viernes, octubre 18, 2024

A fuego lento


¿Un cocinero está a la altura de un poeta? Esta pregunta encuentra un lugar central en la película La passion de Dodin Bouffant (2023), dirigida por el cineasta vietnamita Tran Ang Hung, ganador del premio a mejor dirección en el Festival de Cannes 2023. La película, que en su versión en español se titula A fuego lento, se desarrolla alrededor de una premisa argumental sencilla: la evolución del amor entre el célebre gastrónomo Dodin Bouffant y Eugénie, su cocinera. La relación entre ambos está profundamente ligada a la comida, que actúa como el eje de sus interacciones y del desarrollo narrativo. Lo que podría ser un relato romántico convencional se transforma en una experiencia que, como su título sugiere, se construye sobre un sosegado ritmo. Este enfoque aporta a la película una suculencia que trasciende las convenciones argumentales.

La excelencia cinematográfica de A fuego lento reside en la dosificación de espacios, personas y cosas. Al igual que en la cocina, donde la mezcla precisa de ingredientes, tiempos y temperaturas es clave para obtener un guiso perfecto, en la película, cada plano, cada gesto, está calibrado para generar un impacto casi papilar. Su valor no está en su significado, sino en su sabor. El film se convierte así en un ejercicio de intuición, de paciencia, de degustación.

La belleza visual es uno de los elementos más destacados de la obra. Las escenas en las que los alimentos son preparados y presentados al espectador alcanzan auténticos niveles de sensualidad. La cámara se detiene en los detalles: los cortes precisos de los ingredientes, los gestos delicados de los personajes al manipular los alimentos, el brillo de las salsas y la textura de las carnes y verduras. Uno ve algo apetitoso, pero también, salivando, adivina el placer que surgirá al revelarse el relleno. La presentación de los platos refleja la atención minuciosa a la estética y subraya la importancia de la forma en una creación artística.

Todo esto encuentra un maravilloso contrapunto cuando el protagonista se desliza por la noche en la habitación de la cocinera y observa su cuerpo inmóvil y desnudo, desplegado en toda su plenitud sobre las sábanas blancas. Se toma entonces unos segundos para contemplar la espalda perfecta, la curvatura de las nalgas y las hermosas piernas; momentos imprescindibles para afinar la coordenada exacta del deseo. 

La relación entre Dodin y Eugénie se expresa claramente a través de la comida, más allá de las palabras o los gestos habituales de una pareja. El protagonista no le declara su amor de manera convencional, sino que lo hace a través del diseño y la preparación de un menú perfectamente intencionado. Y luego, en un momento clave de la cinta, le ruega a su amada cocinera que le permita verla conducir el cuchillo y el tenedor, que le permita contemplar cómo se lleva a los labios un trozo de carne empapado en salsa. Y puede así ver cómo florece en ella una sonrisa. Es una escena que sugiere que para Dodin la comida, en este contexto, no es solo una necesidad física, sino un lenguaje íntimo.

Por otro lado, uno de los momentos más reveladores de la película ocurre cuando Eugénie, consciente de la compleja dinámica entre su rol como cocinera y su lugar en la vida de Dodin, le pregunta: “¿Soy tu mujer o tu cocinera?”. Dodin responde: “Eres mi cocinera”. Este intercambio, aparentemente simple, encapsula la concepción que tiene el protagonista sobre la superioridad del arte culinario y su nutritivo vínculo con lo emocional.

En este sentido, A fuego lento no solo nos invita a considerar la comida como algo más que la satisfacción de una necesidad elemental. Al igual que un pintor combina colores y formas para crear una obra visualmente atractiva o un músico organiza sonidos para producir una experiencia auditiva placentera, el cocinero combina ingredientes, sabores y texturas para crear una experiencia sensorial que, aunque durará solo un instante, tiene un impacto que puede ser trascendental. La película sugiere así que, de manera similar a cualquier otra disciplina artística, la cocina requiere talento, sensibilidad para entender las asociaciones de elementos dispares y un gran sentido del contexto para alcanzar los diversos niveles en el tempo de la consumición.


martes, octubre 15, 2024

¿Los árboles crecen hacia el cielo?


El título de la novela La vegetariana, de la escritora surcoreana Han Kang, puede resultar inexacto si lo consideramos en función del núcleo profundo de su trama. A primera vista, parece describir la decisión de su protagonista, Yeong-hye, de dejar de comer carne, un acto que ha sido interpretado por muchos críticos como un evidente rechazo al mundo voraz y violento en el que vivimos. No obstante, esta interpretación, al limitarse a la dimensión social, obvia el significado más radical de la novela. Lejos de ser solo una historia sobre la opción de una dieta verde, La vegetariana aborda un conflicto existencial: el deseo de la protagonista de dejar de ser ese específico individuo que su familia, la sociedad, el destino y hasta la biología le imponen.


Para comprender la verdadera profundidad de la obra de Han Kang, es importante analizar la evolución de Yeong-hye y cómo su decisión de renunciar a la carne es solo el primer paso de un proceso mucho más complejo de deshumanización. El vegetarianismo de la protagonista es un síntoma visible de un malestar profundo: una incomodidad existencial que la lleva a querer abandonar su humanidad, o al menos lo que socialmente entendemos por ser humano. 


Por otra parte, a lo largo de la novela, Yeong-hye va distanciándose progresivamente del mundo que la rodea y de las expectativas que los demás tienen de ella. En este sentido, podemos comparar la obra de Kang con el famoso dilema planteado en Hamlet, de Shakespeare, donde se reflexiona sobre el "ser o no ser". Mientras Hamlet duda entre existir o no existir, entre la vida y la muerte, La vegetariana nos propone una variación más contemporánea y en cierto modo más turbadora: el deseo de la protagonista no es simplemente dejar de tener una existencia, sino dejar de ser una persona y, siguiendo esa ruta, pretende incluso abandonar para siempre el fastuoso reino animal. No es la muerte lo que busca Yeong-hye, sino una transformación, una metamorfosis dentro del universo de lo orgánico.


A medida que avanza la novela, queda claro que Yeong-hye no solo quiere dejar de comer carne sino que quiere dejar de apoderarse de la energía de otros seres vivos. En esa medida no renuncia únicamente a su lugar en la cadena alimentaria, sino que también rechaza su identidad biológica. Se rehúsa a seguir siendo alguien que, como cualquier otro animal, está obligado a devorar. Es entonces cuando su deseo de transformación la lleva hacia una alternativa más radical: la búsqueda de una nueva forma de vida, una modalidad diferente de estar viva.


Yeong-hye decide entonces dirigirse hacia el reino vegetal. Su deseo de convertirse en una planta puede parecer extraño, incluso absurdo, pero encierra un profundo simbolismo. Las plantas están enraizadas, inmóviles, en una relación pasiva con el entorno, obteniendo sus nutrientes de la tierra y el sol. Este anhelo de Yeong-hye por convertirse en una planta es, en última instancia, un intento de escapar de la extrema violencia inherente a la vida animal. Ella busca una forma de existencia pura, desapegada de cualquier vertiginosa dinámica.


En este sentido, La vegetariana puede considerarse parte de un género literario más amplio que podríamos denominar como "el género de los prófugos", aquellos personajes que, insatisfechos con su situación natural, pretenden huir de su propia condición en busca de algo que se ajuste mejor a su singularidad. En la literatura universal, podemos encontrar varios ejemplos de personajes que comparten este impulso. Desde Gregor Samsa, que se transforma en un insecto en La metamorfosis de Kafka, hasta el Bartleby de Herman Melville, que se niega a cumplir con las expectativas sociales y opta por un "preferiría no hacerlo". Estos personajes, como Yeong-hye, son prófugos de su propia naturaleza, seres que se sienten incómodos en el rol que les ha sido asignado y buscan una salida, aunque sea a través de una transformación extrema o una retirada radical de la vida social.


En el caso de La vegetariana, Yeong-hye se aparta cada vez más de su entorno, sus relaciones familiares se desintegran y su cuerpo se va desmoronando físicamente a medida que renuncia a las necesidades básicas de cualquier ser vivo. Sin embargo, este deterioro no debe entenderse como una simple autodestrucción. Más bien, es el resultado de su búsqueda en el horizonte de todo lo que palpita.


Al final, la novela de Han Kang nos confronta con preguntas difíciles sobre la condición humana y las posibilidades de escapar de ella. ¿Estamos, como Yeong-hye, condenados a un forcejeo eterno con nuestra naturaleza? ¿Nuestra naturaleza se extiende realmente mucho más allá de nuestro límites humanos? ¿Somos también lo que no somos? ¿Es esa discordancia que yace en lo hondo el principio de una enfermedad mental? La vegetariana es una obra profundamente filosófica que nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el cuerpo, con el entorno y con las otras formas de vida que nos rodean, y lo hace de una manera intensa, inquietante con una prosa que nos atrapa, con una poesía que se alza entre las frases de trazo limpio.

domingo, septiembre 08, 2024

Jerusalén sería Lima (eternamente)


En 1561 Francisco de la Cruz desembarcó en territorio peruano

Un amor fulminante por una penitente fue el principio de todo

(Un amor verdadero)

La revelación de una joven hermosa lo indujo a dar precisa forma a toda la fe

(Una violenta revelación)

Anunció (entonces) que España sería arrasada

Que Lima sería Jerusalén (eternamente)

Que Satán yacería encadenado 

Reinaría (él) 

Como Pontífice 

Como Soberano

Su hijo (el nuevo Salomón) tendría alas

Bueyes, lobos y corderos no formarían un rebaño 

Hasta que un simple mortal levantase la mano

(Contra aquellos)

(Contra los no dispuestos)

Pero ese mundo (como otros antes como otros después) se esfumó 

Se esfumó completamente una fría mañana 

Cuando el Santo Oficio 

Cuando el Santo Oficio adoctrinó una vez más 

En 1578

Sobre el resplandor 

Sobre el resplandor y  la ceniza


Ilustración: Hartman Schedel Hierosolima


lunes, agosto 05, 2024

Hay demasiadas voces en el mar

Hay algo inquietante en el mar. Cuando avizoraba el océano pacífico solía sentir algo en las tripas.

Demorábamos en alcanzar la Quebrada de Guerreros y la Curva del Fraile.  Pasábamos por dos túneles antes de avistar la polvorienta Matarani y luego la herrumbrosa Mollendo. Viajábamos siempre impulsados por el V8 de Expreso Flecha. 

El olor del mar es el principio del mar. 

Cuando el Perico vio el mar soltó un grito. ¡Tanta agua! Quería esconderse. Nosotros reímos. No quería bajar a la playa. Tuvimos que decirle que no sea sonso, que ya, que la playa era bonita. Finalmente bajó. Se metió al agua cautelosamente. Su calzoncillo viejo chorreaba la fría agua del Océano Pacífico. Movía los brazos como si fueran aspas. Entonces se puso a reír. Ja ja ja. Cuando por la tarde regresamos al Hotel Plaza (que quedaba frente a la plaza) lo encontramos tirado en medio de la habitación. Está laxado, dijo mi madre. El mar se lo quiso llevar, dije yo. Y reímos. 

¡Tanta agua! 

El poeta Humberto Quino viajó hasta Perú a conocer el mar. Cuando la dura suela de sus zapatos tocó la orilla sintió que eran apropiados algunos gestos histriónicos.  Desnudó su retorcido cuerpo boliviano y se lanzó de rodillas contra las olas que, calmadamente, lo empaparon. Y lloró. Lloró sin consuelo.

Cuando di la vuelta al mundo por primera vez entré a un restaurante en la ciudad de Salerno. Sobre la mesa pusieron una copa de vino blanco y un plato de frutos del mar. 

Frutti di mare

Magnífica manera de referirse a los mariscos. 

La palabra “magnífico” es una palabra casi tan estúpida como “estupendo”. Pero no hay nada tan espléndido como el mar. 

Nada es tan sensacional.

Ilustración  Katsushika Hokusay


miércoles, julio 10, 2024

Blanca y roja


Siempre sentí que la selección era una espina clavada en mi corazón, una manera que tenía el universo de abofetearme. Por ello, me esforcé por ignorar todos y cada unos de sus partidos, albergando la ilusión de que, mágicamente, nuestros delanteros tendrían por fin el puntillazo certero. Sin embargo, hace poco me enteré, de casualidad, que la selección nacional sigue tercamente su triste trayectoria.

sábado, junio 08, 2024

Un clavel en el andén de la provincia


 "El Andén de la Provincia" es una revista de poesía que descarrila la noción convencional de que la cultura se gesta únicamente en las grandes metrópolis. Desde un rincón aparentemente alejado de los focos literarios, esta publicación bimensual se erige como un nexo invisible que conecta voces poéticas de diversos puntos cardinales, demostrando que la inspiración no conoce fronteras geográficas.

Bajo la dirección de Misael Ramos, propietario de la emblemática librería Licántropo, "El Andén de la Provincia" se ha convertido en un faro que atrae a poetas de renombre y talentos emergentes por igual. En sus páginas finamente impresas, el lector no solo encontrará versos inéditos de plumas consagradas como Ali Ahmad Said Esber, Anne Carson, Mario Montalbetti, Carlos Germán Belli, Rossella di Paolo y Giovanna Pollarolo, sino también la frescura de poetas jóvenes como Patricia Alba, Oscar Malca, Alonso Ruiz Rosas, y Odi Gonzalez.
La joya de esta edición es, sin duda, un poema inédito recientemente descubierto de Atahualpa Rodríguez, un hallazgo que reafirma el compromiso de la revista con la preservación y difusión del patrimonio poético. Así, "El Andén de la Provincia" no es solo una plataforma, sino un archivo vivo de la poesía contemporánea.

En un mundo donde la comunicación se mide en segundos y gigabytes, esta revista nos recuerda que la verdadera conexión se teje a través de metáforas y ritmos. Cada dos meses, este andén provinciano se convierte en una estación central donde convergen trenes cargados de versos, demostrando que en la república de las letras, todos los caminos conducen a la poesía, sin importar el punto de partida. (El Deber. 6 de junio 2024)

domingo, mayo 26, 2024

Dichosos los ojos que te ven


¿Cómo es alguien que no es un farsante?
¿Si calibramos poderosos instrumentos podemos aislar a un sujeto 100% impoluto?
Holden Caulfield detestaba a los farsantes y quería refugiarse en una remota cabaña 
Holden Caulfield quería declararse 100% sordomudo 
Su mujer ideal obligatoriamente tenía que ser una babe sordomuda
Por alguna razón pensaba que los sordomudos son maravillosamente no farsantes
También los que viven en una remota cabaña
¿Pero sólo es posible no ser un farsante bajo condiciones de laboratorio?
Hay por ahí demasiada gente merodeando que asegura tajantemente que no son farsantes
Incluso lo proclaman en voz muy alta cuando están en el baño frente al espejo
Son capaces de matarte si afirmas lo contrario
Por eso cuando te sueltan eso de qué gusto verte que bien se te ve que tengas un feliz año ni se te ocurra decir lo que pasa por tu mente

Ilustración: Yago Partal.

lunes, abril 15, 2024

La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas

¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la interpretación del dolor? 

¿A qué se debe esa audacia magistral que humilla amplias zonas de lo razonable?

¿Por qué esa ilógica reinvención de la belleza?

La respuesta es simple: él sufría un caso grave de hiperestesia

Varios declararon incluso que solía angustiarse por el simple hecho de estar vivo

Pero sobre la faz de este planeta feroz no hay nadie que no tenga alguna herida desgarradora

Es cierto

No hubo no habrá

Pero la de César Abraham Vallejo Mendoza era una herida sobresaliente

Vallejo no sólo miraba de frente sino que también escrutaba de espaldas

Él conocía los cristos del alma

Él sabía lo que es tener marías que se van

Él tenía una idea de la técnica para cocinar águila al vino

Cuando él pensaba en el pasado no pensaba en el pasado 

Él estaba en el pasado

Y él se lanzaba de lleno hacia el futuro con su bien planchado traje gris 

Y él llegaba hasta demasiado allá hasta bien allá hasta donde estamos todos los demás

Pero lo más importante es que el buen Vallejo había sido bendecido por un poderoso procesador integrado en lo más hondo

El poeta recibía todos los datos salvajes y algo daba vueltas vertiginosamente en su enorme cabeza 

Y saltaban esos versos inauditos directo a la estremecida página en blanco

Y mientras ocurría todo eso él comía incluso un pan recién salido del horno

¿Pero por qué un pobre tipo de un pueblo remoto ostentaba una prodigiosa herida en este redondo planeta tierra? 

Sabe Dios

Pero la herida de César Vallejo era una herida que se alojaba en una tremenda coordenada 

Era una herida que estaba en el núcleo mismo de todo lo que se agita

Por eso

Porque esa herida producía el gran dolor

Un dolor parecido a la secreta  y absoluta jaqueca 

Un intenso dolor en el gran hueso fidedigno 

Un dolor  en ese órgano vital que se enciende demasiado

Un dolor  que florece por allá en toda la extensión del terrible acaso 

Un dolor que obliga a vibrar a todas las vocales

Un patético  sentimiento tan absolutamente  fascinante que hasta hace destellar el dorso de una lágrima

sábado, abril 13, 2024

Poeta para leer en el metropolitano

En uno de sus poemas, Jorge Eduardo Eielson advirtió que su corazón estaba latiendo estúpidamente desde el amanecer del 13 de abril de 1924. Durante más de ochenta años este poeta estableció así una conexión entre el territorio que había colonizado el pulso de su corazón, y la amplia región del mundo exterior que se extiende hacia el fulgor de las estrellas. Muchos creen firmemente que solo después del padre Vallejo se alza Eielson como el más impactante poeta del Perú. Su amigo Szyszlo contaba que, ya desde muy joven, Eielson tuvo la aureola de una persona especialmente dotada, y esto quedó confirmado cuando a los 21 años recibió el Premio Nacional de Poesía por un primer libro que exhibía perfección verbal y un altísimo refinamiento.

Algo que los poetas pueden hacer con gran facilidad es cometer errores. La obra de los buenos bardos tiene solo un 10 por ciento de poemas a los que estos deben su relevancia, el 90 por ciento restante es material algo prescindible. Eielson es un caso raro porque encontró la manera de que el 90 por ciento de sus poemas prescindibles sufrieran una mágica mutación hasta convertirse en algo en cierto modo más interesante que lo imprescindible. Quizá porque incluyó el ingenio, el virtuosismo, la travesura, la audacia, el error y probablemente hasta el reconocimiento de la estupidez intrínseca de lo humano en su paleta cromática. Pero lo que sí queda claro es que  el 10 por ciento de la obra de Eielson contiene sólidas obras maestras. Ya lo dijo él en algún lugar: mi cerebro es de oro puro, mi corazón de terciopelo, mi sexo de cristal.

El acontecimiento trascendental en la vida de todo ser humano es el momento en que este  se mira en el espejo. Esta experiencia ha sido clave en la composición de algunos de los mejores textos de este poeta peruano quien, usando sus autorretratos, nos transmite un insólito universo diseñado con trazo limpio y exacto colorido. Su poesía navega así con la gracia de un bailarín entre metáforas sorprendentes y brillantes adjetivos. 

Pero la vida real de Jorge Eduardo Eielson parece haber tenido también materia para la leyenda. Como muchos artistas tuvo un asunto con sus progenitores. Según cuenta Martha Canfield, su madre lo entregó a tres mujeres que se encargaron de educarlo con -en ese orden- el rigor, la ternura y la música. Su madre, sin embargo, solía visitarlo, y cierta mañana le explicó que su padre había muerto. Solo muchos años después, ya hacia el final de su vida, pudo por fin enterarse que el apellido Eielson lo había heredado de un ciudadano norteamericano que, luego de engendrarlo, había huído hacia el norte sin jamás mirar atrás. Se enteró también que en Wisconsin tenía un par de hermanas, que tampoco miraban hacia atrás. 

La conexión entre cosas desiguales es algo que hace muy bien la poesía de Eielson, y fue quizá eso lo que alimentó su vocación interdisciplinaria, su afanosa búsqueda experimental. Su capacidad de conseguir encuentros felices entre universos diferentes provoca siempre un estallido de maravilla y de revelación. Sus poemas navegan con fluidez entre varios terrenos: lo banal, lo visceral, lo clásico, lo exquisito, lo cósmico, lo superficial y lo extraordinario. Eielson es también capaz de señalar a la amargura, al sollozo y a la tristeza con tan admirable elegancia que extingue cualquier telúrica resonancia. Tenía entonces algo de sentido aquella carta que en los años sesenta escribió a la NASA solicitando que, llegado el momento, acepten la misión de arrojar sus cenizas en un cráter de la luna.

Ilustración: El rostro infinito. J.E. Eielson.

viernes, marzo 15, 2024

¿Dónde están los buenos?

 


Durante décadas se fue constituyendo la idea de que la víctima emblemática y mediática universal eran los judíos. Miles de libros y películas provocaban nuestra indignación hacia los alemanes de Hitler y nuestra compasión por sus millones de víctimas. Por eso en estos días resulta tristemente desalentador ver como Israel, la nación del pueblo tantas veces herido, se comporta con extrema ferocidad contra la población civil de la franja de Gaza. Como el criminal que trata de intimidar a los testigos de sus delitos, las autoridades israelíes y demasiadas asociaciones judías alrededor del mundo, repiten con tono amenazante eso de “no habrá olvido ni perdón” contra sus críticos. Esta situación se ha hecho muy evidente hace unos días cuando el realizador británico de ascendencia judía Jonathan Glazer al recibir su premio Oscar dijo: “Ahora comparecemos aquí como hombres que se niegan a que su judaísmo y el Holocausto se vean secuestrados por una ocupación que ha llevado al conflicto a tantas personas inocentes, ya sean las víctimas del 7 de octubre en Israel o del ataque que se está llevando a cabo en Gaza”. Inmediatamente fue acusado de apuñalar por la espalda a los suyos. Es entonces claro que para Israel la raza te determina. Una triste idea que siempre ha hecho posible justificar los actos más vergonzosos contra los “otros”, a los que rutinariamente se ve como una amenaza.  

martes, febrero 13, 2024

Inka Trail (Versión definitiva)


Inka Trail fue publicada por primera vez en 1998 por El Santo Oficio, en la ciudad de Lima. La nueva versión, ampliamente corregida, fue incluída en el tomo Obra reunida, publicado en Arequipa en 2012. Desde 2023 la novela está disponible en formato para Kindle en  la web de amazon.com
Haga clic aquí.

Me encantan las historias. Soy un lector asiduo. Mis primeras aventuras con la literatura ocurrieron a los 10 años, cuando empecé a escribir una novela titulada El capitán Tormenta. Mi intención era superar a Emilio Salgari, pero después de que las primeras ochenta páginas atrajeran la atención de un grupo de parientes, sufrí un repentino bloqueo de escritor que duró largos años. Durante mi extendida adolescencia, descubrí que si los galenos me hubieran atrapado, me habrían diagnosticado un llamativo caso de trastorno de atención. Eso evitaba que yo pudiera sostener la debida concentración para emprender proyectos de largo aliento. Por eso me dediqué a escribir poemas, porque las palabras surgían de pronto, casi como en el decimonoveno ataque de nervios. Nunca, sin embargo, abandoné la idea de escribir una novela. Y cuando durante la última década del siglo XX pronuncié en voz alta la famosa frase “ahora o nunca”, di el primer paso escribiendo una carta de renuncia a un trabajo en el que era casi imposible que me despidieran. Acto seguido, me largué a la ciudad del Cusco. Me gustaba ese sitio porque, por alguna razón, pensaba que allí recalaban todas las almas perdidas. Y fue así como escribí una historia desde el punto de vista del cantinero de uno de esos legendarios bares de la noche cusqueña. 

Sé que hay escritores que escriben una obra maestra en pocos meses y luego se dedican a disfrutar de su relevancia. Por desgracia, yo no soy uno de esos. Escribo laboriosamente y tengo una prodigiosa tendencia a cometer errores graves. Por eso estoy obligado a corregir y corregir y corregir. Cuando terminé Inka Trail la envié inmediatamente al editor, mi viejo amigo Guillermo Cebrián. Pero la novela no estaba como tendría que estar. Y años después, alejado ya del mundanal ruido en las praderas de Texas, volví a la mesa de trabajo. Creo que ahora está mejor.


viernes, enero 12, 2024

Las palabras no pueden expresar lo que yo experimenté entonces


Yo estaba justamente aquí

Desde aquí cualquiera es capaz de pensar y de descubrir

Tengo aproximadamente 26 años y no sé con exactitud cómo llegué

hasta aquí

Suelo preguntarles a ellas por si ellas saben algo

Miré por la ventana y era yo precisamente

Qué hermoso soy cuando cabalgo sobre un caballo negro

Te divisé, a lo lejos, trotando sobre tu caballo blanco

Qué hermosa eres trotando sobre tu caballo blanco

Aquella pareja que ves a lo lejos somos nosotros

Ella tiene un cuello largo y hermoso y el jinete prefiere morder ese

cuello suavemente

Saltábamos sobre los arbustos olorosos con pasión

Las sombras de las nubes transformaban las realidad a cada

instante y

¡Oh!

Nosotros rodamos como dos dementes

Era nítido tu cuerpo desnudo y especialmente tus senos

No me canso de gozar con tus caderas blancas con tus caderas

blancas

Una y otra vez torpe como hace tal vez 10,000 mil años

De pronto lo conseguí

Una y otra vez

Una punta de mi cuerpo estaba en una rendija de tu cuerpo

Soy solo una punta de mi cuerpo

Soy solo una piedra atravesando el espacio

Todo desaparece

Fin fin

Todo desaparece

Pero hace falta levantar la cara para divisar tu rostro perfectamente

definido

Estamos sobre sábanas

Hay una almohada

Más allá están nuestras viejas ropas en desorden

¿Yo que siempre estuve vestido, cómo es que estoy desnudo?

(Quiero quedarme en una explosión para siempre)

Pero luego, mira, esa pareja que cabalga allá lejos somos nosotros

Atacan los indios

Hemos de cazar para proveernos de alimentos

Molestan los insectos

Los caballos se agotan y larga es la carretera

Amada mía, amada mía, es difícil amarse en medio de tanto ruido


de El Héroe y su Relación con la Heroína (1983)

Foto: Stella Maris Barrionuevo.

4799 pulsaciones por hora

¿Es el lunes un día obligatorio? Vibra la Vía Láctea Vibra la República del Perú Vibran las lomas del desierto de Arequipa mientras yo aquí ...