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viernes, octubre 18, 2024

A fuego lento


¿Un cocinero está a la altura de un poeta? Esta pregunta encuentra un lugar central en la película La passion de Dodin Bouffant (2023), dirigida por el cineasta vietnamita Tran Ang Hung, ganador del premio a mejor dirección en el Festival de Cannes 2023. La película, que en su versión en español se titula A fuego lento, se desarrolla alrededor de una premisa argumental sencilla: la evolución del amor entre el célebre gastrónomo Dodin Bouffant y Eugénie, su cocinera. La relación entre ambos está profundamente ligada a la comida, que actúa como el eje de sus interacciones y del desarrollo narrativo. Lo que podría ser un relato romántico convencional se transforma en una experiencia que, como su título sugiere, se construye sobre un sosegado ritmo. Este enfoque aporta a la película una suculencia que trasciende las convenciones argumentales.

La excelencia cinematográfica de A fuego lento reside en la dosificación de espacios, personas y cosas. Al igual que en la cocina, donde la mezcla precisa de ingredientes, tiempos y temperaturas es clave para obtener un guiso perfecto, en la película, cada plano, cada gesto, está calibrado para generar un impacto casi papilar. Su valor no está en su significado, sino en su sabor. El film se convierte así en un ejercicio de intuición, de paciencia, de degustación.

La belleza visual es uno de los elementos más destacados de la obra. Las escenas en las que los alimentos son preparados y presentados al espectador alcanzan auténticos niveles de sensualidad. La cámara se detiene en los detalles: los cortes precisos de los ingredientes, los gestos delicados de los personajes al manipular los alimentos, el brillo de las salsas y la textura de las carnes y verduras. Uno ve algo apetitoso, pero también, salivando, adivina el placer que surgirá al revelarse el relleno. La presentación de los platos refleja la atención minuciosa a la estética y subraya la importancia de la forma en una creación artística.

Todo esto encuentra un maravilloso contrapunto cuando el protagonista se desliza por la noche en la habitación de la cocinera y observa su cuerpo inmóvil y desnudo, desplegado en toda su plenitud sobre las sábanas blancas. Se toma entonces unos segundos para contemplar la espalda perfecta, la curvatura de las nalgas y las largas piernas; momentos imprescindibles para afinar la coordenada exacta del deseo. 

La relación entre Dodin y Eugénie se expresa claramente a través de la comida, más allá de las palabras o los gestos habituales de una pareja. El protagonista no le declara su amor de manera convencional, sino que lo hace a través del diseño y la preparación de un menú perfectamente intencionado. Y luego, en un momento clave de la cinta, le ruega a su amada cocinera que le permita verla conducir el cuchillo y el tenedor, que le permita contemplar cómo se lleva a los labios un trozo de carne empapado en salsa. Y puede así ver cómo florece en ella una sonrisa. Es una escena que sugiere que para Dodin la comida, en este contexto, no es solo una necesidad física, sino un lenguaje íntimo.

Por otro lado, uno de los momentos más reveladores de la película ocurre cuando Eugénie, consciente de la compleja dinámica entre su rol como cocinera y su lugar en la vida de Dodin, le pregunta: “¿Soy tu mujer o tu cocinera?”. Dodin responde: “Eres mi cocinera”. Este intercambio, aparentemente simple, encapsula la concepción que tiene el protagonista sobre la superioridad del arte culinario y su nutritivo vínculo con lo emocional.

En este sentido, A fuego lento no solo nos invita a considerar la comida como algo más que la satisfacción de una necesidad elemental. Al igual que un pintor combina colores y formas para crear una obra visualmente atractiva o un músico organiza sonidos para producir una experiencia auditiva placentera, el cocinero combina ingredientes, sabores y texturas para crear una experiencia sensorial que, aunque durará solo un instante, tiene un impacto que puede ser trascendental. La película sugiere así que, de manera similar a cualquier otra disciplina artística, la cocina requiere talento, sensibilidad para entender las asociaciones de elementos dispares y un gran sentido del contexto para alcanzar los diversos niveles en el tempo de la consumición.

Tran Ang Hung ha concebido su película de una manera que puede compararse con el trabajo de un chef. Cada escena, cada plano, ha sido cuidadosamente preparado, dosificado y presentado, como si fuera un plato destinado a satisfacer el apetito del ávido espectador. 


A fuego lento

¿Un cocinero está a la altura de un poeta? Esta pregunta encuentra un lugar central en la película La passion de Dodin Bouffant (2023), dir...