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viernes, enero 12, 2024

Las palabras no pueden expresar lo que yo experimenté entonces


Yo estaba justamente aquí

Desde aquí cualquiera es capaz de pensar y de descubrir

Tengo aproximadamente 26 años y no sé con exactitud cómo llegué

hasta aquí

Suelo preguntarles a ellas por si ellas saben algo

Miré por la ventana y era yo precisamente

Qué hermoso soy cuando cabalgo sobre un caballo negro

Te divisé, a lo lejos, trotando sobre tu caballo blanco

Qué hermosa eres trotando sobre tu caballo blanco

Aquella pareja que ves a lo lejos somos nosotros

Ella tiene un cuello largo y hermoso y el jinete prefiere morder ese

cuello suavemente

Saltábamos sobre los arbustos olorosos con pasión

Las sombras de las nubes transformaban las realidad a cada

instante y

¡Oh!

Nosotros rodamos como dos dementes

Era nítido tu cuerpo desnudo y especialmente tus senos

No me canso de gozar con tus caderas blancas con tus caderas

blancas

Una y otra vez torpe como hace tal vez 10,000 mil años

De pronto lo conseguí

Una y otra vez

Una punta de mi cuerpo estaba en una rendija de tu cuerpo

Soy solo una punta de mi cuerpo

Soy solo una piedra atravesando el espacio

Todo desaparece

Fin fin

Todo desaparece

Pero hace falta levantar la cara para divisar tu rostro perfectamente

definido

Estamos sobre sábanas

Hay una almohada

Más allá están nuestras viejas ropas en desorden

¿Yo que siempre estuve vestido, cómo es que estoy desnudo?

(Quiero quedarme en una explosión para siempre)

Pero luego, mira, esa pareja que cabalga allá lejos somos nosotros

Atacan los indios

Hemos de cazar para proveernos de alimentos

Molestan los insectos

Los caballos se agotan y larga es la carretera

Amada mía, amada mía, es difícil amarse en medio de tanto ruido


de El Héroe y su Relación con la Heroína (1983)

Foto: Stella Maris Barrionuevo.

jueves, enero 11, 2024

¡Hum!


Lo que importa es cómo lanzas la pregunta

Yo la cagué

Todos los días de mi vida insistí

¿Quién soy yo?

Una y otra vez

Con los ojos cerrados

Con los brazos estúpidamente desplegados

Pero ahora pregunto 

¿Quién mierda eres tú?

Fotografía: Landon Nordeman


martes, enero 09, 2024

Bloody bastards


La forma de hacer la pregunta es lo que determina toda una existencia

Yo fui responsable de una formulación inadecuada

Cada día he repetido

¿Quien es ese que soy yo?

Sin cesar

Con la mirada perdida

Con los brazos abiertos siguiendo una implacable línea recta 

Pero ahora yo señalo

¿Quiénes son ustedes?



miércoles, enero 03, 2024

El asunto más importante


Cómo plantear la pregunta correctamente

Es lo que define toda una vida 

Yo cometí un error 

Todos los días he repetido 

¿Quién soy yo? 

Una y otra vez

Con los ojos cerrados

Con los brazos extendidos en directa paralela al horizonte

Pero ahora yo pregunto 

You talkin' to me?

Ilustración: Pierre Rouillon

miércoles, diciembre 20, 2023

Test para comprobar si un poema es bueno


El proceso de escribir poesía es equivalente a la técnica del pedernal 

Sustantivos, verbos y adjetivos interactúan entre sí formando versos 

Los versos interactúan entre sí lanzando chispas 


Exactamente como el pedernal contra la yesca


Si  no surge una llama de fuego el poema no es bueno

Si el resplandor no es duradero el poema no es excelente


viernes, diciembre 08, 2023

¿Quién les dijo que la vida consistía solo en arrastrarse por la vida?


Ese viernes a las 10:17 a.m. ocurrió algo inesperado
Sin que hubiese ningún presagio
Como una de esas cosas que nunca pasarán y pasan
Nunca nadie nada
Y los medios emitieron el flash informativo
Es un día grandioso para la humanidad
¿Pero qué ocurrió? 
Los cascos azules ya jamás serán desplegados
Los intereses nacionales han dejado de ser interesantes
Y la ceremonia se inició con la destrucción de las alargadas ojivas nucleares
Y el consejero delegado se lanzó desnudo contra el tráfico 
Y de rodillas los tiranos bajaron las escalinatas 
Y los súper villanos hidalgamente entregaron ingeniosos artilugios
Y las granjas de trolls y los ejércitos de bots fueron barridos como plumas al viento
Y los curtidos hombres de prensa gritaron sus preguntas 
¿Pero cómo? ¿Pero qué? ¿Quién cómo cuándo?
¿Dónde?
¿Y por qué ahora? 

¡Y por qué no! 
¡Es justo y razonable equitativo y saludable!

(Qué rápido es posible incluso todo lo absurdo)

Ardieron los corresponsales con las manos muy en alto
¿Y qué colosales cambios se anticipan? 
¿Qué y qué y qué?
¿Se borrará la triangulación narcisista?
¿Se liberará a los atrapados en la visión de túnel?
¿Será eficaz por fin el tratamiento a las mujeres inestables pero fascinantes?
¿Y qué de la crueldad ciega de la materia viva en expansión?
¿Y el cretino integral será inhabilitado de por vida?
¿Y el torturador?
¿Y el conchudo, el abusivo, el pedófilo? 
¿Y el irritable ludita de la industria musical?
¿Y el político corrupto?
¿Y el cortador de árboles, el sicópata? 
¿Y el maldito asesino de ballenas?
¿Y los tontos útiles de la poesía?

¿Y bastará un acto de contrición perfecto sobre la gran roca?
¿O todos serán lanzados hacia lo más hondo? 
¿Y qué de la conciencia ascética y adusta de los benedictinos?
¿Y habrá reparación civil para el intenso amor contrariado? 
Para el abnegado 
Para el bipolar
Para el idealista irredento  
Para el  que siempre evocó la cálida resonancia de la palabra 

¿Y por siempre y para siempre se acabará el dolor de la cadena alimenticia? 
¿Y ya nadie pagará por sexo en los lenocinios industriales? 
¿Y la ansiedad?
¿Y la depresión?
¿Y el  insomnio?
¿Y los episodios de pérdida de memoria?
¿Y emitirán algún tipo de diploma para los que nacieron en el peor lugar posible?
¿Y recibiremos 1000 disculpas por los 100,000 años de misterios gloriosos y dolorosos? 

Y fue así como destellaron todas las pantallas 
Y el insólito holograma se presentó dando allí de beber a las almas perdidas
Oliendo aquí cabezas de niños pequeños
Estrechando allá las manos de los resentidos de siempre
Pellizcando acullá las rosadas mejillas de los furibundos oligarcas

Y a eso de las 3 p.m. se lanzó por fin la página con todas las respuestas 
Y el público rugió como un verdadero animal gigante 
(Y fue solo una la que nos dejo perplejos)
Y la gente optó por tragar una gran bocanada de aire
Y cerrando los ojos se podía ver siempre esa inquietante sonrisa 
Espeluznante
Hasta que salió el sol del nuevo día
En Asia en África en Oceanía 
En Europa y las tres Américas
En el medio oriente 
En el el Ártico y el Antártico
Y la melancolía no fue ya la amante más leal
Ya nadie tuvo que dar gracias ni pedir perdón 
Ya nadie tuvo que jurar que todo está okey
Nunca más nada nunca nada
Y todos lloraron y lloraron en este viejo valle de lágrimas 

Ilustración: Alexander Calder. Two Spheres

jueves, octubre 12, 2023

Poesía de los 80 en Arequipa


Está en circulación el número 3 de Nuveliel, Revista de Literatura y Humanidades dirigida por Edward Alvarez. El comité editorial está integrado por Cristian Pablo Huamaní Loayza; Vanessa Inés Gallegos Salazar; Olenka Olinda Soto Cárdenas; Carlos Garcel Vera. Tiene como colaboradores permanentes a Moisés Jiménez Carvajal y Mauro Quispe Navarro.

Mi agradecimiento por la generosa iniciativa.


sábado, septiembre 16, 2023

¿De dónde vienen los poemas? (Bilingue)


Los poemas acechan cuando ella sumerge su cabellera en litros y litros de agua cristalina

Los poemas acechan en toda la circunferencia en el hambre en el deseo

Los poemas yacen en el tibio escondite del ropero

Los poemas acechan entre el ruinoso mobiliario en las conversaciones casualmente registradas en los siete continentes en las rutas del país entero en el mar en el aire en la tierra 

Los poemas acechan en las páginas arrancadas con furor en las noticias de ayer de hoy y de siempre en los fragmentos subrayados en los destellos de la TV en el impagable slogan que se repite y se repite y se repite

Los poemas flotan en las corrientes de aire

Los poemas se alzan como nubes radioactivas 

Los poemas están silbando en el viento 

Y las palabras y las frases surcan los mares antes de alojarse en el lecho de la arena

Y se elevan los tantos lugares comunes antes de caer tachados hasta la siguiente temporada

¿Cuántos años puede repetirse una mentira antes de que sea lavada  por los camiones termonebulizadores?

¿Cuántos años puede vivir la retórica vigente antes de que se le permita deslizarse hacia el fondo de una tesis académica?

¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza y no ver lo que ha visto?


DE ONDE VÊM OS POEMAS? 

Traducción: Mauricio Maldonado

Os poemas espreitam quando ela mergulha sua cabeleira em litros 

e litros de água cristalina 

Os poemas espreitam na fome no desejo em toda uma 

circunferência 

Os poemas repousam na morna toca do armário 

Os poemas espreitam entre a barulhenta mobília nas 

conversas casualmente registradas nos sete continentes 

nas rotas do país inteiro no mar no ar na terra 

Os poemas espreitam nas páginas arrancadas com furor nas 

notícias de ontem de hoje e de sempre nos fragmentos 

sublinhados nos lampejos da TV no impagável slogan que 

se repete se repete se repete 

Os poemas flutuam nas correntezas de ar 

Os poemas se levantam como nuvens radioativas 

Os poemas estão assobiando no vento 

E as palavras e as frases rasgam os mares antes de ajeitar-se 

no leito de areia 

E se elevam os tantos lugares comuns antes de serem riscados 

até a próxima temporada 

Por quantos anos pode ser repetida uma mentira até ser lavada 

pelos caminhões termonebulizadores?

Quantos anos pode viver a retórica vigente até que lhe seja 

permitido deslizar-se no fundo de uma tese acadêmica? 

Quantas vezes pode um homem virar a cabeça e não ver o 

que já viu?

Ilustración: Rashid Johnston



martes, septiembre 12, 2023

Retrato del más trágico escritor mexicano


Jorge Cuesta se aplicaba dosis de ácido tartárico y hasta ergotina

Su frente amplia y su mentón adelantado no tenían deuda con nadie 

Su cárcel molecular había sido abolida

La maldición de la inteligencia y el microscopio se daban cita en Jorge Cuesta

Irradiaba como el radium 

Este escritor se hacía presente porque peligrosamente irradiaba como el radium

Era además ventrílocuo de sí mismo 

Nunca se sabía de dónde venía esa voz

Caminaba con la medida matemática de un compás 

Caminaba sin doblar las rodillas

Caminaba acarreando células que no encajaban 

Jorge Cuesta había sido fabricado con una industrial cantidad de tristeza petrificada 

Y cosa extraña

Justo al atardecer el peso de su cráneo pesaba más que su pobre cráneo mexicano


lunes, julio 17, 2023

¿La vida es un cover?


Hace años escuché que deambulaba por las calles de Arequipa un poeta joven al que llamaban Arbusto. Me dijeron que era sospechoso de esa modalidad de activismo que pretende que en el muro más inocuo aparezca una frase misteriosa, inquietante, incluso irónica. Luego alguien me contó que era convicto director de una de esas revistas urgentes que se hacen con Xerox y que sus autores las distribuyen aleatoriamente los viernes justo antes de perderse para siempre en las profundidades de la calle San Francisco. Entonces recordé que los jóvenes se caracterizan por los cambios emocionales, el acné, la experimentación,  la toma de riesgos, la flexibilidad, la exploración de la identidad, pero que el claro distintivo en un poeta novísimo es la grafomanía; escribir y escribir; en todo lado.

Hace no mucho un escritor español provocó un escándalo porque afirmó que los lectores de poesía son una especie extinta, que nadie lee poesía, que la poesía ha muerto. Pero el pobre hispánico era algo miope. Ya nadie lee poesía pero hay un millón de poetas que escriben frenéticamente como si no se fuese a acabar el mundo. Uno de los más interesantes es Augusto Carrasco, que hace unos meses publicó un libro lleno de versos de una belleza intensamente contemporánea. 

Aquí va una lista al azar:

Un día abriré mi corazón como el leñador que parte una sandía

La muchacha que dejaste en un parque con el corazón roto como la pata de un pájaro atropellado

Repito esa imagen tuya bajo la lluvia tras la barricada de pixeles

Abatido por las nuevas ideas que se cosen a tu rostro

Enterrada bajo el ardiente orín de los perros

Fácil sería arrancarse el brillo de los ojos con una navaja

Algo especialmente llamativo en este libro es que la geografía de Arequipa parece coincidir con el espacio vital de Carrasco. A lo largo de las 170 páginas del poemario se menciona no solo ciertos lugares entrañables sino que aparecen como extravagantes protagonistas casi todos los distritos bajo la tutela del volcán Misti. Incluso hace incursiones al balneario de Mollendo y se las arregla para llegar hasta Aplao. Eso es un detalle quizá no demasiado relevante, pero probablemente tipos como Guillermo Mercado, Percy Gibson y hasta el granítico Atahualpa Rodriguez mostrarían algo de asombro, porque es una rara manera de celebrar a su tan amada ciudad. En realidad Carrasco no solo está marcando su territorio, sino que lanza su propuesta de cómo poetizar una provincia de fuerte personalidad, cuya rasgo distintivo resulta en ser el escenario de la aventura existencial de un tipo llamado Augusto Carrasco.

En cuanto al estilo se puede decir que este es un libro con pretensiones corales ya que en sus seis secciones ensaya diversas modalidades de la poesía experimental. Hay un poco de todo, pero son llamativas la parte de surrealismo sureño sazonado con una pizca de Oquendo de Amat y las páginas trabajadas con poesía gráfica o tipográfica. Pero el logro más consistente no está tanto en los diversos tipos de caligrafía, sino en el léxico, en las imágenes, en las metáforas. Haciendo uso de la varita mágica de la poesía transforma palabras y expresiones insulsas de la vida cotidiana de este siglo XXI en versos memorables. Y al llegar a los anexos queda claro que la novísima poesía de Arequipa se muestra innovadora, ambiciosa,  y a la altura de estos sorprendentes tiempos que nos han tocado.

sábado, abril 15, 2023

40 años después



Colofón a la tercera edición

El héroe y su relación con la heroína es un libro escrito por un poeta joven. En la recopilación o compendio de animales fabulosos, en el bestiario universal de seres imaginarios, se debería incluir a los poetas jóvenes. Porque la experiencia de ser un poeta joven se parece al hábito de corporizar un personaje de ficción. La aleación entre ser joven y ser poeta es portentosa porque la juventud es un motor a chorro y la poesía es un vehículo que arremete en el territorio de la realidad. La diferencia del trabajo de la poesía con el de otras disciplinas como la filosofía, es que la poesía usa algo más que la simple inteligencia. Como dice Joyce, si puedes poner los cinco dedos a través de ella es una verja, si no, una puerta. 

Han pasado cuarenta años. Lo primero que se me viene a la mente es una cierta curiosidad por ese que escribió estos poemas. Me desconcierta cuando me dicen que aquel individuo fui yo. Ese personaje se inventaba a sí mismo antes del desayuno, vivía en permanente estado de exaltación, y parecía sentir una irresistible fascinación por el exceso. Me parece verlo subiendo por la cuesta hacia la plaza de armas con su obra completa bajo el brazo. Sin la menor consideración se ponía de pie y leía en voz muy alta, atrincherado en su resistente casaca verde, aquellos versos de animal eternamente  adolescente. Y su leal auditorio eran seguramente los mismos, gente que tenía la descarada ilusión de una vida llena de genuínos adjetivos calificativos.  ¿Pero cómo escribió estos poemas? Si se puede confiar en mis recuerdos, creo que los escribió mientras hacía otra cosa. Por ejemplo, Las palabras no pueden expresar lo que yo experimenté entonces, salió de un tirón, mientras hacía una larga cola en la compañía de teléfonos. El Homenaje a Guillermo Mercado fue una travesura mientras estudiaba inglés en una academia de la calle Ayacucho, aburrido ya de tanto I like tomato soup. Eran tiempos un poco locos -como todos los tiempos- en los que nuestro personaje tenía una novia que gastaba uniforme único y a la que visitaba cada tarde. Todos sus amigos eran unos ácratas que no sabían que serían ácratas solo por un día, un muy largo día. En aquellos tiempos el pisco era la bebida oficial y nacional y en consecuencia solía estar algo adulterada. Nuestro joven poeta surgía en noches de cuarto menguante con otro joven poeta y, con balde y brocha gorda, pintaban consignas divertidas en los hermosos muros de su ciudad natal. Y de esa manera gastaban las horas, como si la eternidad fuera parte de la rutina. Y por supuesto el tipo devoraba libros de todos los tamaños. Y tomaba notas en unas tarjetas de cartulina de alto gramaje. Y su rojo cuaderno espiralado exhibía signos evidentes del trato abusivo. Y en todos los rincones escuchaba una y otra vez a Bowie en un tocacaset del tamaño de un ladrillo. Y ahora, después de estos infinitos cuarenta años, tengo entendido que nuestro personaje deambula ya solo por los laberínticos pasadizos de su casa, buscando siempre nuevas formas de desentrañar lo insondable de todo lunes.

martes, noviembre 16, 2021

El mimeógrafo, el Far West y el Puente del Diablo





Por Charo Núñez Brito

Recuerdo que conocí a Oswaldo una buena noche del verano de 1976, en casa del poeta mayor José Ruiz Rosas. Estaba sentado Oswaldo, vestido de azul marino, con una copa y algo más (indescifrable) entre las manos. Era muy joven, parecía flotar, pero a todas luces ya se podía ver que contenía infinidad de preguntas (ecuaciones) de todos los colores, (entonces) a medio responder. Y tenía ya la misma media sonrisa conspiradora. En otras palabras (casi) igualito a hoy. 

Generoso como siempre, don Pepe había invitado esa noche, con motivo del cierre de un curso para profesores de Literatura que había concluido ese día. Tal curso fue dedicado a los locales profesores de literatura y fue dictado por importantes profesores de Literatura llegados todos desde afuera de la ciudad, entre ellos estaban Antonio Cornejo Polar, Washington Delgado y Antonio Cisneros. Yo no era profesora de literatura ni de nada, apenas había empezado a estudiar medicina en la Universidad San Agustín. Pero por cosas del destino y por razones de ociosidad, ya que mi universidad estaba una vez más de huelga general e indefinida, me anoté y atendí tal curso para profesores en calidad de falsa maestra o estudiante clandestina. El curso duró un par de brillantes semanas y como para coronar ese extraordinario tiempo, sin saber cómo ni por qué o por similares sinrazones, el día final, acepté jubilosa una muy elegante invitación del poeta Cisneros a almorzar.  Y almorzamos en la entonces novísima y muy cosmopolita Pizzería de la calle Mercaderes, pero en verdad más que almorzar hablamos sin cesar, de todo lo vivido y por vivir. Al almuerzo le siguieron una caminata y unos postres y unos tés en el café de la Suiza al cual Toño nombró el Far West y a los tés les siguieron unas guindas con pisco (primeros licores de mi parte) y después de las guindas la urgencia de Toño de asistir a la tertulia en casa del entrañable (y para mi desconocido) Pepe, ya mismo, esa noche. Entonces corrimos y llegamos a la bella casa de la calle Villalba 426. Yo en calidad de inocente paracaidista o reverenda intrusa caída del palto, pero eso sí traída de la mano del muy alto Toño, quien era el invitado de honor. Nunca en mi vida había estado yo en medio de tan peculiar y amable compañía, de tantos poetas juntos. Casi todos vestidos de colores oscuros, subrayó Toño. 

Felizmente no tuve que hablar, todos me acogieron como si fuera una más de la partida, nadie me preguntó nada y pude darme el gusto de permanecer muda. Hasta que, misma cenicienta, al notar el avance de la noche (oscura) pregunte ¿y ahora cómo vuelvo a casa? Algunos se miraron entre ellos. No respondieron.  Ninguno tenía apuro, ni se preocupaba en lo más mínimo por la transportación. Se hizo un pozo de silencio, penumbroso, en mi corazón. Pero no duró mucho, ya que, desde algún rincón inesperado, cuál ángel guardián (o exterminador) Oswaldo se levantó y dijo yo los llevo, ¡a donde quieran! Puedo ver todavía al joven artista muy avispado al volante de un automóvil sedán del cual no recuerdo la marca, a su lado iba de copiloto el codirector de la revista Roña, y estoy segura éramos varios más, pero fue él, Oswaldo, también llamado el mago de Oz, el que de entre todos los poetas me devolvió sana y salva, entre risas, despedidas y muy dichosa comarca, hasta la mismísima puerta de mi casa (donde mis padres me esperaban despiertos, aterrados). 

Alonso no estuvo presente esa noche. Poco tiempo después me enteré que Alonso existía y que se había perdido el evento por haber estado en Puno, en misión de carnaval y entrevistando a la Virgen de la Candelaria. Alonso apareció por primera vez en mi horizonte, una tarde tocando la puerta con muy particular ímpetu y trayéndome cuál embajador de los países fríos, un encargo, unas flores y unas disculpas en nombre del novelista Edmundo de los Ríos quien se había portado muy mal los días anteriores. Una vez medio aceptadas las disculpas procedimos, Alonso y yo, a caminar a pie charlando de todo lo humano y lo divino desde la casa de mis padres que quedaba al final de la avenida del ejército, pasando el puente del diablo, hasta la Plaza de Armas, y procedimos a tomar algo en el Far West. Alonso tenía los ojos enormes, el pelo largo, una irreverente y a la vez ceremonial actitud que encubría una inteligencia aguda, portentosa, resbaladiza, peligrosa, de niño bravo y al mismo tiempo de anciano socarrón, que a su escasa edad había vuelto ya de dar la vuelta al mundo y tenía miles de ideas, proyectos y más viajes por plasmar, además de unos cuantos nuevos poemas bajo el brazo siempre, reposando junto a sus muy queridas y bien despiertas musas. No solo todo eso tenía Alonso, sino además un vozarrón que llenaba las calles vacías de nuestra gran ciudad con las notas y las líricas de la Marcha de Moran o el himno de la Alegría en las noches de ronda. Era, para más datos, el mejor amigo de Oswaldo, y viceversa. Por donde andaba uno solía aparecer el otro.

A Misael Ramos lo conocí aparte. Al otro lado del espectro entre la ciencia y la metafísica. En plena facultad de medicina. Un día cualquiera de clases en el que cuál yo había tenido sumergida la nariz en Formol por largas horas buscando el nervio vago y el plexo solar (y el alma) en los fondos de mí designado cadáver. A la salida de tan encomiable como insulsa práctica, tras las puertas del anfiteatro de anatomía, me interceptó como un aparecido o un resucitado silente, pálido, muy delgado, aunque en comparación a mi experiencia anterior, lleno de vida, Misael Ramos. Se presentó y pasó de inmediato a informarme que habíamos ganado los juegos florales de poesía de la facultad. Los dos. Yo el primer puesto y él el segundo puesto. Y que como yo no había asistido a la ceremonia de entrega de los premios, él había tenido que recibir ambos premios y me traía el mío. Muy merecido me dijo. Y solemnemente me hizo entrega del primer premio, que era un libro: ‘Así se templó el acero’ de Nikolai Ostrovsky… Yo ya lo había leído, pero igual me alegré  y una vez cumplidos los agradecimientos procedimos los dos premiados a caminar a pie desde la Facultad de Medicina hasta el Far West. Hablando de todas las injusticias, de todas las intrigas del espacio y de la relatividad coyuntural del tiempo. 

Para entonces ya los dos, Oswaldo y Alonso, más el recién premiado Misael, poseían intenciones de fundar y publicar una revista de poesía propia. Una revista, que a diferencia de otras, no cargará manifiestos literarios, fuera libre de toda trampa, sin argucias, ni sesgos ni venias a movimientos ni escuelas ningunas, sin fundamentalismo de grupo, ni agenda ni presunciones ni nada más que la destilada verdad, la valentía, la belleza desnuda del lenguaje, una revista arco flecha dardo vehículo que lleve lejos no a los poetas si no a los poemas. Y tenían, Oswaldo, Alonso y Misael, todo lo necesario para hacerlo ya mismo: la ilusión, el mimeógrafo, el nombre, el formato, el día en que saldría a luz, todo listo, solo les faltaba dinero para el papel. Ahí es donde cuál cirujana intervine y con una filosa mentira, a mi padre le dije que necesitaba comprar urgente un libro más de medicina, otro, de texto, sin el cual sería imposible avanzar, mi padre cedió. Y así conseguí y traje el dinero en efectivo. No sé en qué exacto lugar fue que nos reunimos, pero sí que Misael se puso de pie, calló, me pagó con un muy leve asentimiento de cabeza y una mirada profunda, interminable. Alonso se echó a andar, a dar vueltas como un místico iluminado, se detuvo por un instante y proclamó que cada quién defendería a muerte sus propios textos para incluirlos en el escaso espacio del Ómnibus. Oswaldo registró cada detalle, respiro hondo, cuadro los anchos hombros, torció el cuello, extendió completa la sonrisa y sacudió un puño hacia el infinito.


jueves, septiembre 10, 2020

La piedra, el gorrión y el espejo

Conocí a Heiner Valdivia hace muchos años en la sala de audiovisuales de la UNSA. Me dijeron que era un caso grave de cinefilia, que era un tipo que bajaba compulsivamente películas de todos los géneros y culturas. Se hablaba de él como de un auténtico acumulador que tenía catalogada prácticamente toda la producción cinematográfica del hemisferio occidental y grandes porciones del resto del mundo. Era además, cosa rara, un tipo generoso, pues una amiga común contó a los envidiosos que le había grabado una columna con cien películas independientes, de esas solo aptas para gente con una provisión abundante de curiosidad e inteligencia. Años después alguien confidenció que en los ratos libres que le quedaban, entre película y película, Heiner Valdivia se había dedicado a las ciencias ocultas. Luego averigüé que en realidad no solía elevar salvajes ritos bajo la bendición de la malvada luna, sino que sus estudios se centraban en los enigmas de ese portentoso libro que es el I Ching, que encuentra una explicación al simple drama de la existencia humana en los ciclos del agua, del fuego, del relámpago. Fue entonces cuando un transeúnte dijo que Heiner Valdivia también escribía poesía. La verdad es que uno de los misterios de la especie humana es que casi todo el mundo, en algún momento, ha escrito poesía. La gente no está contenta con el abecedario y quieren inventar su propio idioma. Porque eso es la poesía, un idioma particular, íntimo. Todo el mundo escribe en su cuaderno secreto su primer poema y algunos escriben hasta el segundo. La poesía es además una manera hermosa de vivir la juventud, recorriendo los laberintos de la noche, susurrando poemas en la oreja de las chicas. Pero luego, por alguna razón, la gente se desanima y abandona. Hay millones de poetas desertores en los campos de batalla de la poesía.
Siguieron corriendo los años y de pronto alguien volvió a tocar el asunto, pero ya no dijo que Heiner Valdivia escribía poesía, sino que era un poeta y que había escrito libros muy buenos para probarlo. Elegir la poesía como tu prioridad número uno es algo serio. Incluso grave. Es algo que te transforma. Que te convierte en un ser imaginario. Y hace unos días Heiner Valdivia dejó caer en mi buzón unas pocas líneas donde me contaba que iba a presentar un libro que reunía un manojo de haikus. No niego que me sorprendí un poco. El haiku es una de las técnicas más difíciles de la poesía. El haiku exige pocos ingredientes. El principal es una extrema sensibilidad para percibir la belleza en lo más simple. El otro es la habilidad para decir mucho con un mínimo de palabras. En el libro de Heiner Valdivia hay un haiku titulado Piedra en el que cuenta que ha lanzado muy lejos una piedra pero que una parte del espíritu de ésta se ha quedado entre sus dedos. Me parece que esto es una perfecta arte poética. Cuando el poeta emite un poema lo hace por la urgencia de expresarse, pero también porque al escribirlo se realiza una función necesaria para su sistema vital. En esa medida cuando se dice que el poeta escribe para vivir, se está hablando de este fenómeno, de este ejercicio de lanzar piedras mojadas en una poción secreta. Los Haikus tradicionales solían expresar el sereno amor que los japoneses sienten por la naturaleza, esa comunión con su entorno natural que les permite hacer conexiones con otras capas del drama del universo. En Gorrión Heiner Valdivia ha compuesto un haiku de trágica belleza. Gotas caen del cielo, dice, y eso inmediatamente nos remite al ciclo de la esperanza y de la vida, pero con un simple y admirable trazo nos remonta a una imagen de dolor y de muerte. Espejo, en cambio, es un haiku que es producto de las miles de horas viendo películas. Es una escena que empieza con una habitación oscura y de pronto el rayo de luz del amanecer alumbra únicamente la esquina rota de un espejo. Una auténtica historia de suspenso. Después de leer su libro pienso que hace décadas, cuando por primera vez me hablaron de Heiner Valdivia, debieron decirme que era un poeta. Un poeta a secas. El resto es película.

La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas ¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la i...