Cuando uno es muy joven
está atento, casi ansioso, ante la crítica. Cuando uno es un joven escritor la
crítica puede servir para orientarlo en su evolución creativa. Pero cuando uno
ha recorrido buena parte del camino la crítica ya solo sirve para fomentar la
vanidad o la amargura. Y esas son dos cosas esencialmente destructivas.
viernes, diciembre 07, 2012
jueves, noviembre 15, 2012
miércoles, noviembre 14, 2012
La codicia es una de las fuerzas que tensan nuestro
espíritu. El desmedido apetito de poder, riqueza, influencia, prestigio es la
torturada senda para consagrar la supremacía sobre el prójimo. La codicia
impulsa a romper records olímpicos pero corroe el nervio óptico: destruye la
capacidad de vislumbrar el pasado y el futuro (del otro). Es fácil arrancarle
el corazón al vecino si creemos que estamos rodeados de seres unidimensionales.
Ilustración: Dawn Mellor, Death Army
lunes, noviembre 12, 2012
Una de las cosas menos
elegantes de la dinámica de la vida es que con todo el trabajo que cuesta vivir, al hacerse viejo uno no se hace mejor persona. Principalmente se amontonan
trucos para tratar de imponerse al creciente desencanto. Pero lo peor es mirar
alrededor y contemplar como lo luminoso se hace opaco y sentir que es tan fácil
convertirse en uno más de tanto miserable.
Ilustración: Bartolomeo Bandinelli. Estudios.
viernes, noviembre 09, 2012
miércoles, noviembre 07, 2012
jueves, noviembre 01, 2012
martes, octubre 30, 2012
¿Cómo se puede distinguir a un poeta de un
loco? Lucía, la hija de James Joyce, tenía la certeza que ella era la verdadera
genio de la familia, que eso se sabría pronto. Ambos tenían mentes
poderosas y oceánicas, según Jung, pero el problema estaba en que mientras
James nadaba, buceaba, Lucía se hundía hacia el fondo (del manicomio).
Ilustración: Nino Migliori. El Buzo.
viernes, octubre 26, 2012
Su reino era de este mundo y también
del vuestro
¿De dónde son los poetas? Una buena
respuesta la dio César Moro: “Mi reino es de este mundo, más no del vuestro”.
Pero el Toño Cisneros siempre le hacía ascos a eso de las frases, de los versos
preciosos. No perdía oportunidad de aclarar que no hay nada más huachafo que
andar haciéndose el especial. El Toño aseguraba (desafiante) que tenía los pies
bien puestos en este mundo. Se burlaba de los “sagrados” caminos para encontrar
“la belleza”. Un día incluso afirmó que la poesía no era el centro de su vida, que
había otras muchas cosas (más y mejores). Y así una obra jubilosamente
irreverente contra la retórica poética tuvo decisiva influencia en la retórica
poética de varias generaciones de la literatura peruana. Claro que la magia,
eso que llena de (autentica) originalidad a los poemas, es siempre personal e
intransferible.
El factor común entre los poetas
parece ser el egocentrismo y la laboriosa edificación de un universo paralelo.
No estoy seguro que el Toño haya sido más egocéntrico que los demás (como se
afirma), pero si me parece digno de atención el hecho de que no le interesara
para nada disimular el asunto. Resultaba incluso divertido en su conchuda
inmodestia. ¿Había construido el Toño su propio cosmos, un sitio que de facto
lo obligaba a ser algo extraterrestre? Seguro, no creo que se pueda ser poeta
sin tener esa habilidad. Pero a diferencia de la mayor parte de los coleguitas
el Toño detestaba empollar en sus confines y se inmiscuía sin asco en los
universos ajenos. Los que lo querían consideraban eso su particular estilo de
desplegar una exuberante vitalidad, su manera de eliminar distancias y estar
realmente presente. Los que no lo soportaban sentían seguramente que era un
tipo impertinente e intrusivo. Él probablemente se decía a sí mismo que ya que
estaba en posesión de una inteligencia tan ágil no resultaba saludable
contrariar la compulsión de ejercitarla a cada rato. Sin embargo detrás de esa parafernalia de
hombre “con calle” uno podía adivinar que estaba el otro, el que era adicto al
cariño de sus amigos, el que podía atreverse a lo ridículo, el inexplicable, el
que transformaba todo ese estupendo ingenio tan ostentosamente terrenal en
radiante poesía. Sí, en poesía, y sí, en algo exactamente refulgente.
martes, octubre 09, 2012
Premio
Guggenheim
Con los miles de dólares del premio Guggenheim Federico Peralta Ramos
estaba obligado a realizar una obra artística. De preferencia una obra maestra.
Se comunicó con un sastre y encargó trajes para 25 de sus conocidos (entres
amigos y enemigos). La comida fue en el hotel Alvear, un lugar sublimemente
dispendioso. La factura fue luego enmarcada para su eventual exhibición (y
adquisición).
jueves, octubre 04, 2012
Bonito,
todo me parece bonito
La
belleza es el enemigo de la expresión. Eso fue lo que dijo el notable
violinista Christian Tetzlaff a un grupo de estudiantes. Supongo que se refería
a que el preciosismo satura la oreja y no permite explorar zonas más hondas de
la topografía del alma. Hace un par de días volví a ver “El árbol de la vida”,
la aclamada película de Terrence
Malick, y la cosa estuvo clara: tanto caramelo para el ojo no le hace bien al
ojo. A pesar de que ese film tiene una ambición que conecta el drama íntimo con
la conflagración cósmica el abuso de imágenes de axiomática belleza nos
retrasa, nos empantana, nos impide alcanzar la trascendental meta perseguida.
El final, en particular, resulta emético en su aparatosa espiritualidad.
Ilustración: Irving Penn - Miyake Sunglasse. Lars
Hall collection.
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