Bonito,
todo me parece bonito
La
belleza es el enemigo de la expresión. Eso fue lo que dijo el notable
violinista Christian Tetzlaff a un grupo de estudiantes. Supongo que se refería
a que el preciosismo satura la oreja y no permite explorar zonas más hondas de
la topografía del alma. Hace un par de días volví a ver “El árbol de la vida”,
la aclamada película de Terrence
Malick, y la cosa estuvo clara: tanto caramelo para el ojo no le hace bien al
ojo. A pesar de que ese film tiene una ambición que conecta el drama íntimo con
la conflagración cósmica el abuso de imágenes de axiomática belleza nos
retrasa, nos empantana, nos impide alcanzar la trascendental meta perseguida.
El final, en particular, resulta emético en su aparatosa espiritualidad.
Ilustración: Irving Penn - Miyake Sunglasse. Lars
Hall collection.