El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas
¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la interpretación del dolor?
¿A qué se debe esa audacia magistral que humilla amplias zonas de lo razonable?
¿Por qué esa ilógica reinvención de la belleza?
La respuesta es simple: él sufría un caso grave de hiperestesia
Varios declararon incluso que solía angustiarse por el simple hecho de estar vivo
Pero sobre la faz de este planeta feroz no hay nadie que no tenga alguna herida desgarradora
Es cierto
No hubo no habrá
Pero la de César Abraham Vallejo Mendoza era una herida sobresaliente
Vallejo no sólo miraba de frente sino que también escrutaba de espaldas
Él conocía los cristos del alma
Él sabía lo que es tener marías que se van
Él tenía una idea de la técnica para cocinar águila al vino
Cuando él pensaba en el pasado no pensaba en el pasado
Él estaba en el pasado
Y él se lanzaba de lleno hacia el futuro con su bien planchado traje gris
Y él llegaba hasta demasiado allá hasta bien allá hasta donde estamos todos los demás
Pero lo más importante es que el buen Vallejo había sido bendecido por un poderoso procesador integrado en lo más hondo
El poeta recibía todos los datos salvajes y algo daba vueltas vertiginosamente en su enorme cabeza
Y saltaban esos versos inauditos directo a la estremecida página en blanco
Y mientras ocurría todo eso él comía incluso un pan recién salido del horno
¿Pero por qué un pobre tipo de un pueblo remoto ostentaba una prodigiosa herida en este redondo planeta tierra?
Sabe Dios
Pero la herida de César Vallejo era una herida que se alojaba en una tremenda coordenada
Era una herida que estaba en el núcleo mismo de todo lo que se agita
Por eso
Porque esa herida producía el gran dolor
Un dolor parecido a la secreta y absoluta jaqueca
Un intenso dolor en el gran hueso fidedigno
Un dolor en ese órgano vital que se enciende demasiado
Un dolor que florece por allá en toda la extensión del terrible acaso
Un dolor que obliga a vibrar a todas las vocales
Un patético sentimiento tan absolutamente fascinante que hasta hace destellar el dorso de una lágrima