Leí un libro y noté con angustia que al final se descubre que yo liquidé
a la víctima. Que borré mis huellas. Que arrojé a las aguas del río la barra de
acero. ¿Pero quién mierda era esa atormentada persona a la que ayudé a llegar a su imprescindible
final?
El efecto misterioso de la violencia de Dios
Con la llegada de Cristóbal Colón se restaron cincuenta y seis millones de individuos al planeta Tierra. Los abandonados campos de cultivo...
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