Antes de ser ahorcado pronunció sus últimas palabras. “Chavelita,
espérame, muy pronto volveré a tenerte entre mis brazos”. El ardor de su alocución conmovió a
la multitud. Nadie recordó que Raymundo Rosales había sido convicto por,
precisamente, despachar de 43
cuchilladas a la tal Isabel Contreras.
miércoles, diciembre 06, 2017
El efecto misterioso de la violencia de Dios
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