Una gata furiosa obligó a su dueño a llamar a emergencia. El serenazgo
se vio forzado a pedir refuerzos. La gata fue finalmente reubicada en un lugar no especificado. Pero el dueño
tuvo que ser atendido por un colegiado médico. Justo antes de renunciar
definitivamente a la propiedad de su amada.
Ilustración: Robert Sitka.