Tomaban café en un local tradicional de la plaza de armas del Cuzco. El
poeta invitado al coloquio encendió un cigarrillo e instantáneamente apareció
el mozo: Está prohibido fumar. El poeta replicó: Dígame cuánto es la multa y
tráigame un cenicero. El mozo regresó con el cenicero y sentenció: Usted debe
ser arequipeño ¿no?
miércoles, noviembre 29, 2017
Los terribles otros
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