Tomaban café en un local tradicional de la plaza de armas del Cuzco. El
poeta invitado al coloquio encendió un cigarrillo e instantáneamente apareció
el mozo: Está prohibido fumar. El poeta replicó: Dígame cuánto es la multa y
tráigame un cenicero. El mozo regresó con el cenicero y sentenció: Usted debe
ser arequipeño ¿no?
miércoles, noviembre 29, 2017
sábado, octubre 21, 2017
Claro de luna
Alce la nariz y miré como se expandía la noche sobre mi cabeza. El cielo
con todas sus estrellas y todas sus
lunas y todos sus trozos de material radioactivo. Observé como lo inmenso se
encogía y estallaba contra la superficie de mi frente.
Ilustración: F. K.
sábado, octubre 14, 2017
Pisco con Nectarín
Era una de esos escritores que suelen llegar a Arequipa. Estábamos en El
Cráter, tomando pisco. Un desconocido, en la mesa de a lado, le dijo que baje
el volumen, que no dejaba conversar. Entonces la gran promesa de la poesía
peruana esgrimió la frase más famosa del mundo: ¿Sabes con quien estás
hablando? El de la mesa de al lado lo miró con rostro inexpresivo. Claro,
respondió, estoy hablando con un borracho.
Ilustración: Jonathan Meese.
jueves, octubre 12, 2017
Muerte de Felipe Santiago Salaverry
A los veintitrés Felipe Santiago Salaverry se batió contra el sublevado coronel Huavique. Le clavó el florete justo en el ombligo, con tal profundidad que la tropa pudo ver la punta por la base de la espalda. Más tarde, un día que estaba de un humor de perros, fusiló en el Callao al general Francisco Valle Riestra. En cambio, luego de derrotar en Uchumayo a un brioso Ballivián, le envió un heraldo nombrándolo comandante. Tiempo después, antes de morir, le escribió a Juana Pérez. Te he querido cuanto se puede querer y llevo a la eternidad el pesar profundo de no haberte hecho feliz. Preferí el bien de mi patria al de mi familia, y al cabo no me han permitido hacer ni uno ni otro. Durante su gobierno argumentó que en la organización de las sociedades el traje, aunque de por sí muy accidental, influye sobremanera en la consideración que merecen las autoridades. Enfrentó al pelotón vestido con casaca azul, sencilla, de paño, con el cuello celeste. Poco antes de la primera descarga se dirigió a la multitud arequipeña, que lo observaba sin simpatía. Peruanos, americanos, hombres todos del universo, dijo. Protesto ante mis compatriotas, ante la América, ante la historia y ante posteridad remota. El jefe del escuadrón dio la orden de fuego. Y cayeron todos menos Salaverry, que entonces alzó los brazos gritando: ¡La ley me ampara! Pero un sujeto que no estaba en el pelotón (y cuyo nombre nunca fue revelado), apuntó un fusil con alevosía. Por decreto del 12 de marzo de 1846 Castilla ordenó que la casaca fuera consignada al Museo Nacional por toda la eternidad.
lunes, octubre 09, 2017
Examen final
Esa mañana habían entregado las notas finales en el Max Uhle. El temor que lo había atenazado los últimos días se había cimentado. Ahora sufría un estado desconocido. Su cabeza giraba vertiginosamente cuando empujó la puerta del comedor y vio a su padre tomando una sopa de fideos. Se lanzó hacia él sin poder reprimir las lágrimas y dejó escapar un grito o aullido: ¡Voy a repetir! ¡He perdido el año! Su padre lo contempló con esa mirada siempre nocturna. Le tocó la cabeza: No te preocupes, hijo, todos los años se pierden. En ese instante aquel niño de once años sufrió la primera mutación de su larga vida.
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