En medio de un pánico apocalíptico los mensajes empezaron a circular. El poeta español Francisco José Cruz arrancó contando que en nuestra lengua nadie escribe como Carlos Germán Belli. Carmen McEvoy nos recordó que la prodigiosa cajamarquina Ima Sumac alardeaba de haber tenido a aves exóticas como maestras de canto. Janusz Z. Wołoszyn escribió que uno de los capítulos deslumbrantes del arte americano lo ofrecen los huaco retrato de la cultura moche. Mientras todos estábamos encerrados, la revista Quipu, del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha estado llevando a todo el mundo los temas de la República del Perú, ese país incansablemente legendario, incluso para los peruanos. Es especialmente valioso este proyecto, con tanto énfasis en lo histórico, en una época en la que los medios de comunicación han adelgazado en extensión y calidad sus secciones culturales, enfocándose incesantemente en la ruidosa actualidad.
Buscar, seleccionar y decidir es lo que hace un editor, pero lo que determina a un buen editor es su capacidad de decisión. Señalar, marcar y lanzar. Y en esta revista digital es visible el certero trabajo de extraer, de entre miles de opciones escondidas en la marea de las publicaciones, el texto exacto. Vale la pena mencionar también que los muchos autores que escribieron textos originales para el Quipu son especialistas y académicos de varios continentes. Una auténtica impugnación del caos por parte de Alonso Ruiz Rosas.