viernes, abril 22, 2022

Palabra escrita


 

En el evangelio Juan 8:1-11 hay dos asuntos interesantes. Cuando le preguntaron a Jesús si estaba de acuerdo con matar a pedradas a una adúltera, este se inclinó y escribió algo en el polvo. ¿Qué escribió? El evangelista prefirió no decirlo. Luego, supuestamente, Jesús se incorporó y soltó una de las frases más populares de la historia: “Que tire la primera piedra el que esté libre de culpa”. El objetivo, tenemos que suponer, era establecer que un juicio al prójimo es un acto que debería implicarnos de una manera trascendental, que debería inducirnos a considerar que eso llamado pecado es algo inherente a lo humano, que al juzgar de alguna manera también nos juzgamos. Sin embargo una enorme cantidad de gente prefiere interpretar esa frase como un arma arrojadiza, como una forma de replicar -de acallar- a los que opinan de una manera diferente. Por ejemplo, frente a  la invasión de Ucrania los comentaristas de cantina parecen justificar asesinatos, violaciones y destrucción a nivel masivo recordando eso de que los otros países no están libres de culpa. Pero tal vez lo que el llamado hijo de Dios anotó en la arena es que consideraba imprescindible la lapidación sumaria de los opinadores frívolos. 

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