La
razón por la que la mayor parte de la humanidad profesa alguna fe
religiosa es porque la religión es el más poderoso de los recursos
terapéuticos presuntamente gratuitos. Si te hace bien inventar una
historia para no sentirte desamparado frente a todo lo inexplicable,
¿quién soy yo para denunciarte? El fundamentalismo, sin embargo, se
da cuando los fieles devotos tergiversan la terapia convirtiéndola
en instrumento de una peligrosa simplificación donde todo está en
blanco y negro, y todo está maravillosamente resuelto. El
fundamentalismo cree que existe la certeza absoluta y eso es algo
objetivamente anclado en la zona del delirio. Quieren que todos
piensen como ellos. Quieren responder todas las interrogantes con las
visiones de su mente afiebrada. Ciertamente vivimos angustiados por
la necesidad de respuestas, por eso las inventamos, pero parece
saludable no dejarnos embaucar por nuestras propias mentiras. Si
alguien me pregunta me atrevería a decir que el único indicio de lo
absoluto que hay en lo humano es eso que tenemos en la punta de la
lengua.
Harold
Bloom aseguraba que el primer genio literario fue una mujer llamada
Betsabé. Sugiere que fue ella la que escribió los tres primeros
libros de la biblia (Génesis,
Éxodo
y Números)
y que su retrato del Dios llamado Yahvé es apasionante por
contradictorio y caprichoso. Sugiere que miles de millones de
personas seguidoras de las tres principales religiones han adorado y
continúan adorando a un personaje literario. Si seguimos esta
tentadora línea de pensamiento podríamos fácilmente llegar a la
conclusión de que la ficción es una actividad consustancial a lo
humano. Ficcionalizar es una manera de entender lo que no entendemos.
Bloom asegura que una obra maestra nos hace sentirnos extraños en
nuestro propia casa. Es decir que afecta la idea de lo que es nuestra
propia casa, no aleja de la certeza y nos ubica una vez más en la
zona del asombro, y ese asombro es evidencia de una espacio mayor,
un lugar que contiene todo lo que no entendemos. Resulta entonces que
nuestro hogar era más grande de lo que pensábamos.