domingo, octubre 08, 2017

Nombre y apellido






Se avergonzó toda su vida del nombre que le dieron sus padres. Se llamaba Increíble González. Al morir, su viuda piadosamente encargó una lápida que soportaba la siguiente inscripción:

“Aquí yace el Sr. González,

que durante cincuenta años

contempló únicamente a su mujer”.
Al leer esto la gente exclamaba: ¡Increíble!

Libre como un barco perdido en el mar

Durante la segunda mitad del siglo XX, Per Tangvald navegó los océanos como si fueran extensiones naturales de su alma. Los conocía con la f...