jueves, abril 25, 2019

Todo sitio es a veces ningún sitio


Cesare Pavese dice
Que viajar es una mierda
Qué te obliga a hablar con  extraños
Que es inevitable desconectar 
El cableado (de la asistencia vital)
Qué estás todo el tiempo 
Verificando 
Documentos personales
Sobre nubes
En inquietos callejones
En gigantescos food court
Recordando que olvidaste 
Algo bajo un árbol dibujado
Y que nada tiene nada tiene
Que nunca nada todo
Salvo las horas 
El aire 
Los sueños 
El mar
Y la luna
(Esa malvada luna que siempre está 
Asomando por ahí)

Ilustración: Paul Klee. Mask with little flag.

sábado, abril 20, 2019

¿En qué piensas?



En nada. Pero no pensar en nada es difícil. Los monjes budistas trabajan en la flor de loto con técnicas milenarias para conseguir tres minutos sin pensar en (absolutamente) nada. Algunos aseguran que somos seres hechos de pan, pero en realidad somos criaturas tejidas por una intrincada maraña de pensamientos. Somos seres grotescos esculpidos por un flujo porfiado que no deja paz ni por las noches (cuando, entre ronquidos, se alza en formas fantasmales). La gramática de los pensamientos sigue una lógica que varios procedimientos artísticos han intentado reflejar. Torpes afanes no exentos de rara belleza.
Pero la calidad, la textura, el espesor de cada idea varía de acuerdo a las circunstancias. Los pensamientos intentan (siempre) tornarse funcionales.  La pereza es la madre de todos los vicios y el tiempo es oro bla bla. Pero cuando usted no tiene nada que hacer sus pensamientos son un caballo salvaje. O un simio saltando de rama en rama.
Vivimos en una sociedad que tiene la convicción que el infierno es el aburrimiento, y que nada es más tedioso que el ocio químicamente puro. Pero, qué triste, desde hace algunas buenas décadas, en las grandes urbes, los trabajadores son el flujo sanguíneo en el sistema arterial de un hipertenso transporte público. ¿En qué piensan esos cientos de millones de pasajeros atrapados cada mañana en un par de horas y, cada tarde, aprisionados en otro  par de horas? Miles de millones de instantes suspendidos en la opacidad de un limbo.
La introspección, esa actividad que durante milenios fue exclusiva de sectores excéntricos, es hoy, ahora, (actualmente) algo retorcido y forzoso, incluso a través de la bruma de juegos o chats insustanciales. ¿Alguien ya ha estudiado el fenómeno? ¿Alguien ya ha llegado (ya) a la conclusión de que una extraña mutación se está precipitando bajo la luz, la electricidad y el magnetismo que colisionan en los vehículos de transporte público? Bajo el caldo de cultivo de tantos y todos los sudores se perfila el monstruo que solo quiere ocupar todo el espacio disponible. ¿Se sabrá ya que esta es la causa de la apoteosis de esta especie demasiado humana? Unos seres exhibirán (de pronto) una diabólica singularidad que nos conducirá (quizá) al triunfal apocalipsis. O (quizá) esa masa bulbosa  inmolará su alma en el crisol donde se funden todas las almas para seguir a un nuevo mesías que (finalmente) conducirá al planeta a su definitiva ruina. O (tal vez) tanta apatía nos encaminará (simplemente) a la extinción de manera milagrosamente inadvertida.

(Aunque, quien sabe, probablemente entre tanta gente pensando de pronto saltará una chispa impertinente)
(Quien sabe, tal vez alguien, en alguna parte, soltará por fin dos melancólicas preguntas)
(¿Por qué somos tantos?)
(¿Por qué (maldita sea) queremos ser siempre tan demasiados?)


Ilustración: Jackson Pollock.

miércoles, abril 10, 2019

¿Quién no tiene ese terno azul?



En este mundo lo único mejor que ser un poeta viejo es ser un poeta joven. No es solo por la tan venerada capacidad de sorpresa, es la aventura de ser alguien que avanza a propulsión a chorro, es la emoción de estar en un lugar que es el punto de partida.

¿Qué está más cerca, el pasado o el futuro? Un poeta joven siente la irresistible fuerza gravitacional del futuro, ese territorio que tendrá que colonizar, ese espacio donde urgentemente le esperan todos los potentes ingredientes de la vida.  
Pero a pesar de que los poeta viejos en ocasiones solo puede disfrutar de la dudosa veneración de las piezas de museo, los poetas viejos –en ocasiones- tienen acceso a placeres sorprendentemente briosos. Hay que reconocer que son placeres solitarios y algo nocturnos. Solitarios porque se originan en la trascendental capacidad de la introspección, y nocturnos, porque –todo sea dicho- la radiación solar puede provocar cáncer de piel.
Se ha gastado mucha saliva (y tinta) elevando alabanzas al amor y la amistad, a la embriagante dicha de la vida social, pero hay que reconocer que todo eso nos quita algo de tiempo (y espacio) para clavar la mirada en un punto preciso. La concentración a la hora de pensar es algo que suele ser diluido por las distracciones de la juventud (cazar, pescar y recolectar). Y más en este tiempo tan maravillosamente tecnológico donde siempre (siempre y siempre) podemos pasar el tiempo lanzando taimadas opiniones sobre cualquier cosa.  Los poetas viejos, en cambio, a pesar de eventuales declaraciones en entrevistas, suelen ya estar desencantados de la amistad y hasta del amor, o del amor y hasta de la amistad, y tienen todo el tiempo para desarrollar su mal genio. Y está científicamente comprobado que los cascarrabias ven cosas que los demás prefieren ignorar.
Ilustración: Antony Georgiev

viernes, marzo 01, 2019

Lolita




Hay que ser un sujeto melancólico

Con esa llama de invicta voluptuosidad
Con esa burbuja de ardiente veneno
Para localizar entre la rancia multitud
Al pequeño demonio
Para distinguir la inexacta posibilidad
En esos indicios
Que la desesperación
La vergüenza
Y las lágrimas me prohíben enumerar

jueves, febrero 14, 2019

Adios



Esperamos demasiado (a que responda los mensajes)
Que diga algo
Después de la medianoche enviamos el último pedido
(Para que rompiera ese sueño profundo)
Opportunity costó 800 millones de dólares
(Llegó al planeta rojo en 2004)
Opportunity presentó evidencia que
Marte pudo ser propicio
Para bacterias
Marte fue tropical
Hace años
Opportunity visitó un cráter que contenía indicios inquietantes
Opportunity escaló una montaña
(Del tamaño de la Estatua de la Libertad)
Fue el primero en registrar formaciones de polvo
Sobrevivió duros inviernos marcianos
Y Opportunity cayó en alguna trampa
En lugar de gastar tiempo y dinero apegados a esperanzas
Con tristeza tenemos que decirle adiós
Opportunity cautivó al mundo
Puede que nunca se devele el misterio
De su silencio

viernes, enero 25, 2019

El pinchazo arrecho


Está muy difundida la fórmula que asegura que con 99 por ciento de sudor y uno por ciento de inspiración se hace una obra maestra. Es una manera de hacer sentir culpables a los haraganes. Pero con trabajo arduo solo se construyen Obras Completas, matrimonios, edificios, y hasta imperios. Con esa metódica exhibición de atlético poder llegamos a la cima de la satisfacción, nos sumergimos en la euforia de la autocomplacencia, del júbilo, pero el estado de gracia siempre se nos escurre entre los dedos. Y es que parece que todo lo que acumulamos fatigando el seso y el músculo solo nos ofrece lo que merecemos. Y nosotros necesitamos más, mucho más.

Walter Benjamin notó en cierta ocasión que la formación de todo niño se levanta sobre una terrible decepción: Los adultos son incapaces de provocar actos mágicos. La magia, ese tráfico con lo imposible, es lo que nos conduce al asombro absoluto porque nos permite el terrible placer de disfrutar de algo que solo esperaríamos en nuestro sueños más audaces. Por ejemplo, cuando somos tocados por una fantástica buena fortuna nos sentimos bendecidos, nos trasladamos a un territorio insólito (aunque instintivamente nos aferramos al timón para evitar perdernos en el vórtex). Es en ese momento en que una felicidad químicamente pura estremece nuestra frágil humanidad durante un poderoso instante (porque, como ya lo asegura la sabiduría arcaica, quien se da cuenta de que está siendo feliz, ya ha dejado de serlo). ¿Pero este fenómeno nos demuestra la existencia de musas infalibles, ángeles guardianes y vírgenes muy milagrosas?


Niels Bohr en su "Interpretación de Copenhague", apuntó con firmeza que el azar no es un elemento anecdótico sino algo que yace en el fondo de las leyes físicas. Esto nos llevaría de alguna manera a la irrefutable lógica de que un conjunto es infinito solo cuando uno de sus subconjuntos tiene el mismo tamaño que el conjunto original. El filósofo italiano Giorgio Agamben asegura, por otro lado, que la magia tiene su explicación en un hecho que los antiguos manejaban con solvencia: Toda cosa -y todo ser- tiene, más allá de su nombre manifiesto, un apelativo escondido, al cual le resulta imposible dejar de responder. Para acceder a las las vías transversales de la magia hay varias recetas -todas incluyen rituales enloquecedores- que nos permitirían acceder a esa maravillosa guía telefónica. Solo entonces lo inexpresado mostraría su vibrante existencia y nosotros accederíamos al pinchazo arrecho de todo lo que está más allá del simple nosotros. Que es precisamente el lugar al que pertenecemos.

jueves, enero 17, 2019

Hombre bajo la lluvia para dummies




A pesar de que estamos claramente enraizados en el universo de lo finito el movimiento rotatorio que empuja los minutos parece funcionar en base a la potencia ígnea de la nada, del vacío, de la ausencia. Lo que somos es por culpa de lo que no somos. Un mecánico alguna vez se atrevió a acuñar una frase: El sentido de la vida es llenar un vacío. Cuando se alcanza una meta se engendra la plenitud durante lo que dura un estallido. Entonces se genera un nuevo vacío. El pistón, la biela, el cigueñal. El sorprendente fenómeno de la danza de lo determinado con lo indefinido. ¿Pero qué contiene ese vacío que tanto queremos llenar? Ser capaz de crear potencia (equiparable a la de rojos impalas) en base a la crisis provocada por una ausencia es algo que tiene su belleza. Porque uno tiende a creer que un vacío es algo densamente ocupado por nada. Pero no. La nada es algo que hemos robado de otro universo. Aquí en esta habitación, en este planeta, en esta galaxia, todo está repleto, todo tiene algo. Lo que ocurre es que estamos acostumbrados a suponer que lo que no vemos, lo que es invisible, no existe. Pero en esa zona ominosamente indefinida está lo impertérrito.
El viejo mecánico mencionado anteriormente aseguraba que si bien la dinámica de la vida es emocionante, el responsable último de la continuidad es la inercia. Seguimos hipnóticamente el pulso de la ruta, la blanca y discontinua línea de la carretera. Y nadie, nunca, parece creer que hay un momento en que el motor dejará de rugir y se plantará en seco en medio de la carretera. Todos somos adictos a las explosiones que nos movilizan, por imperceptibles que sean, pero ese frenesí esconde un miedo. Sí, ese vértigo es la clave. Ese vértigo es una oscura modalidad de la fascinación. Y esa fuerza gravitacional tiene su origen en la nada. La verdadera nada. Lo que no se mueve. Lo que nunca se movió.
Ilustración: Eielson.

A fuego lento

¿Un cocinero está a la altura de un poeta? Esta pregunta encuentra un lugar central en la película La passion de Dodin Bouffant (2023), dir...