Ayer por la mañana abrí los ojos y descubrí unos garabatos en un extremo de mi ojo izquierdo. Fui al oculista y me aseguró que esos fantasmales mosquitos son frecuentes en muchachos muy envejecidos por el implacable paso de siete décadas. Que no me preocupe, que el astuto cerebro aprenderá a ignorarlos. Le mostré mi sonrisa, pero yo sé muy bien como trabaja esa gente. He regresado a mi departamento y he estado toda la mañana muy atento. Los garabatos están tomando forma. Quizá pugnen por formar una palabra. ¿Quién piensa en mí mientras los demás duermen?
Mensaje lanzado al oleaje del humor vítreo
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