Tres son las
tentaciones en las que no cae Oscar Catacora haciendo posible que su película
sea un verdadero logro cinematográfico. En primer lugar ésta simple historia de
amor y desamparo podría fácilmente haber sido mancillada por el melodrama en
busca de la emoción fácil. Pero no, el fuerte juego de sentimientos es manejado
con trazo limpio. En segundo lugar el paisaje, de cruel esplendor, sin duda es
un protagonista principal, pero el director mantiene el control, y solo abre la
cámara para alcanzar la precisa dosis de belleza. En tercer lugar el tema. Ciertamente hay espacio
para una lectura sociológica y antropológica y hasta ideológica, pero esa mirada
dejaría de lado lo más importante. Esta cinta tiene potencial universal porque el
director la ha compuesto con una intensidad que nos remite a cosas como el
destino, la fatalidad, y el sordo desamparo que es el escenario del discurrir
de la vida. Con un lirismo estoico, Oscar Catacora ha realizado con enorme sensibilidad
y pulso firme una tragedia que apunta
hacia lo más hondo.
sábado, abril 28, 2018
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