sábado, abril 28, 2018

Wiñaypacha



Tres son las tentaciones en las que no cae Oscar Catacora haciendo posible que su película sea un verdadero logro cinematográfico. En primer lugar ésta simple historia de amor y desamparo podría fácilmente haber sido mancillada por el melodrama en busca de la emoción fácil. Pero no, el fuerte juego de sentimientos es manejado con trazo limpio. En segundo lugar el paisaje, de cruel esplendor, sin duda es un protagonista principal, pero el director mantiene el control, y solo abre la cámara para alcanzar la precisa dosis de belleza.  En tercer lugar el tema. Ciertamente hay espacio para una lectura sociológica y antropológica y hasta ideológica, pero esa mirada dejaría de lado lo más importante. Esta cinta tiene potencial universal porque el director la ha compuesto con una intensidad que nos remite a cosas como el destino, la fatalidad, y el sordo desamparo que es el escenario del discurrir de la vida. Con un lirismo estoico, Oscar Catacora ha realizado con enorme sensibilidad y pulso firme una tragedia  que apunta hacia lo más hondo.

Los últimos 10 años

No sé muy bien que he hecho en los últimos diez años Lo que sí tengo claro es lo que no hice No he ganado una suma exorbitante en la loterí...