Los besos escritos son bebidos por fantasmas
La facilidad de escribir
cartas tiene que haber traído al mundo -considerado desde un punto de vista
exclusivamente teórico- una terrible perturbación de las almas. Porque es una
relación con fantasmas -y no sólo con el fantasma del destinatario, sino
también con el propio- la que se va gestando bajo la mano que escribe, en esa
carta y, más aún, en una serie de cartas de las cuales una corrobora a la otra
y puede apelar a ella como testigo. ¡A quién se le ocurrió que la gente puede
mantener relaciones por correspondencia! Uno puede pensar en una persona
ausente y puede tocar a una persona presente; todo lo demás supera las fuerzas
humanas. Pero escribir cartas significa desnudarse ante los fantasmas, cosa que
ellos aguardan con avidez. Los besos escritos no llegan a destino, son bebidos
por los fantasmas en el camino. Y esa abundante alimentación hace que los
fantasmas se multipliquen en forma tan desmesurada. La humanidad lo percibe y
lucha contra eso; para eliminar en lo posible todo lo fantasmal que se
interpone entre los hombres y para lograr una comunicación natural, para
recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el
aeroplano. Pero ya es tarde; es obvio que esos inventos han surgido en plena
caída. La otra parte es mucho más serena y fuerte: después del correo inventó
el telégrafo, el teléfono, la telegrafía sin hilo. Los fantasmas no morirán de
hambre, pero nosotros sucumbiremos.
(Franz Kafka. Cartas a Milena.)Ilustración: Kim Sung Jin