Jonatham Lethem comentando Chesil Beach, la novela
de Ian McEwan, afirma que el horror se localiza en ocasiones en la distancia
entre dos subjetividades que ansían fundirse, transmutarse en una nueva
entidad, y fallan miserablemente. Esta es una interesante perspectiva del
fracaso amoroso no porque sintetice la normalmente horripilante experiencia de
los amores contrariados, sino porque señala algo que suele obviarse a la hora
de las precisiones: el objetivo del amor. Normalmente esto se replica apelando
a la lírica y todo queda suspendido en una nube de coloridas metáforas. ¿Pero
cuál es el verdadero objetivo de los amantes? Respuesta: utilizar el alma (y
cuerpo) de otra persona como ingrediente para alterar la propia identidad. La
pareja ideal es el ingrediente que falta para completar el plan maestro. La
pareja real en cambio normalmente solo tiene una limitada porción de la ideal.
Con frecuencia se da el caso de gente que odia a su pareja porque o esta le fue
impuesta por el azar o las circunstancias, o porque ésta le revela una
identidad que quisiera no sea la suya.
Ilustración: Kent Killiams.