Infinito
jueves, septiembre 08, 2011
miércoles, agosto 24, 2011
Acciona el pedal del pampapiano.
En el buzón apareció hoy Avenida Sol / Greenwich Village, de mi viejo amigo Odi Gonzales, que fue presentado hace muy poco en las inmediaciones de la cordillera de los Andes.
CASTA
Mis ancestros,
herederos del mal de bocio,
rescatistas de sal
sin yodo
de las vetas y
canteras rocosas
Trajinantes
empalagados
con pasta pura de
cacao
Semillistas
de granos
mejorados
Y vegetarianas
(mínimo desgaste
dental
indica dieta
blanda)
Mis ancestros
que sabían
regular
los flujos de sus
mujeres
haciéndolas
orinar sobre tierra
levemente
removida
por una pelea de
alacranes
colorados
(época de celo)
Mis ancestros
Tratantes de
ganado-tropa
Oficiantes y
herbolarios
Observantes del
régimen de vientos
me alumbraron de
pie
casa matriz
en los tendales
de un valle templado
Nutridos con la
leche doncel
del maíz tierno
Y nutrientes de
la hoja de coca
Mis ancestros mis
mayores
Tejedores de
redes y esterillas
de pesca
Diestros en
técnicas de riego
por tabladas
Convergen, se
enciman aquí
alta mortandad
CONQUISTA
Nina Sonqo,
obsecuente hija
del caudillo de la irreductible nación Walla, enemiga del Cusco; voluble,
confinada en el balneario imperial de Pachar, irrumpió en el lecho nupcial, en
el harén del Emperador y dijo: Señor,
¿Puedo asentar mi
ollita en el fogón?
Y el Inka la hizo
su concubina
lunes, agosto 08, 2011
lunes, junio 13, 2011
martes, junio 07, 2011
miércoles, junio 01, 2011
martes, mayo 10, 2011
Foto para la historia
la foto que (aún) no hemos visto tiene los despojos del que cayó
pero hay otra disponible (con alta resolución)
un grupo de personas miran algo (una pantalla)
fue tomada por Pete Souza, jefe de fotógrafos de la Casa Blanca
este puñado de hombres y mujeres están pendientes de algo (el asalto en Abbottabad)
en directo
Hillary Clinton cubriéndose la boca (tal vez por una feroz alergia primaveral)
Tony Binken, consejero de seguridad
Audrey Tomason, directora de contraterrorismo
tienen que esforzarse para ver por encima del hombro de Bill Daley, jefe de Gabinete
(dicen que el vicepresidente tiene un rosario entre los dedos)
uno de los personajes no mira hacia donde todos miran
es el general Brad Webb (de los comandos especiales)
que se afana como un escolar (sobre el teclado)
pero el rostro que no está en el centro es el rostro que está en el centro
es un rostro de trágica seriedad
es un rostro sutilmente cincelado (por la potencia del instante)
We got him, dice él
pero nada
no pudimos ver (casi) nada
en esa (trascendente) noche detrás de la pantalla
jueves, mayo 05, 2011
David Eagleman pregunta
¿Y qué tal si aterrizan extraterrestres que viven en una diferente escala de tiempo que nosotros?
¿Nos verían de la misma displicente manera que nosotros dedicamos a los árboles?
ver artículo aquí.
domingo, abril 24, 2011
jueves, abril 14, 2011
Matinée
Mr. Pink se incorporó. Sus ojos escanearon una cuadricula tras otra. Con los dientes aún apretados dijo algo. Entonces exhibió la pistola. Algunas personas replicaron con un corto chillido. Simultáneamente, en el otro extremo, Mr. Green alzó un mentón furibundo afirmándose sobre ambas piernas. Y mostró su arma. La situación de rehenes ha sido ampliamente documentada. No se recomienda ofrecer resistencia. ¿Qué quieren? Pero inevitablemente el guardia intentó cumplir con su deber. Un segundo después yacía en el suelo. Una mancha ominosa junto a la oreja.
El teléfono parecía haber cobrado vida propia. Una voz minúscula escapaba del auricular. Vibrante. El forajido enrojeció. “Cada cinco minutos”. Gritó. “Cada cinco minutos borro del mapa a un rehén”. Clásico. Y los prisioneros repentinamente podían dar cualquier cosa por una botella de agua. Pero nadie tenía hambre aún. Entonces el teléfono. Otra vez. Finalmente Mr. Pink dijo que no había problema, que nadie debía preocuparse. Y sonriendo disparó a la cabeza de un tipo rubio que no había dicho ni pio. Y este echó la cabeza hacia atrás y se derrumbó, en cámara lenta. Y no gritaron ni los que gritan. No podía ser real lo que acababa de ser real.
En ese momento Pedro Jiménez, como un rayo, dio dos pasos largos. Todos vieron (o luego dijeron que vieron) el canto de su mano contra la tráquea de Mr. Green. Lo vieron alzarse como un gato hasta el techo, contra las paredes, pateando, para esquivar las balas de Mr. Pink. Y finalmente fueron testigos de cómo lanzó un cuchillo con mortífera certeza.
Festín para los medios. Algunos aseguraban que Pedro Jiménez, el humilde empleado del Consejo Provincial, había sido en sus buenos tiempos miembro de las temidas Fuerzas Especiales. Pero no. Pedro Jiménez contó que viendo películas se había convencido que ese tipo de cosas le pasan a cualquiera. Y que hace años que se preparaba. Matinée, vermouth y noche.
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