viernes, agosto 17, 2018

El silencio del decir


Fue diagnosticado con agorafobia. Esa condición lo obligaba a disfrutar del confinamiento. ¿Era un prisionero? Quién sabe. En su juventud se dejó llevar por la idea de que una persona normal debe mantener una activa vida social. Este mundo considera lo gregario como algo no solo prestigioso, sino incluso indispensable. Finalmente optó por resignarse frente a la fuerza gravitatoria y se confinó a sus habitaciones. A partir de ese instante sus eventuales y obligatorias incursiones en el mundo exterior le resultaron doblemente desconcertantes. Sin embargo, y tal vez precisamente por esto, sus días en la extrema soledad empezaron a florecer en intensidad y plenitud. La dicha es un arbusto que da flores pequeñas pero de colores profundos.
Una enfermedad es una dolencia cuando se asume como una circunstancia adversa. Cuando la enfermedad se revela como lo correcto, entonces deja de ser una enfermedad. El egocentrismo transmuta en lógico todo lo patológico. La palabra caos adquiere, en un destello, un novísimo significado.


Ilustración: Alan McDonald.

Los últimos 10 años

No sé muy bien que he hecho en los últimos diez años Lo que sí tengo claro es lo que no hice No he ganado una suma exorbitante en la loterí...