Al interpretar la realidad optamos
con demasiada frecuencia por el blanco y negro. Claramente tenemos un problema
con los matices. Por ejemplo cuando avistamos una víctima solemos dejarnos llevar por cierta
condescendencia. Eso nos conduce a la urgencia de convertirla en alguien
virtuoso. Pero como dice Jon Lee Anderson ¿Qué pasa si esa víctima es una persona difícil,
moralmente compleja y cuestionable? ¿Entonces ya deja de ser una víctima? Eso
demostraría que en general nuestra solidaridad no es con seres reales sino con
imágenes creadas por nosotros y que estas reflejan nuestras personales
empatías. Es por eso que cuando mucha gente bienintencionada hace “trabajo de
campo” para intervenir ante una de las frecuentes casos de injusticia suele
caer en el desconcierto o la decepción. Leer la historia del mundo como una
contienda entre buenos y malos revela nuestra incapacidad de comprender lo
humano.
Ilustración:
Sebastiao Salgado.