viernes, agosto 31, 2012


Cosas de la vida



Algunos aseguran que la angustiosa pulsión por ponerse por encima de los demás se origina en la cabezona insistencia del espermatozoide triunfador. Pero recientes estudios parecen demostrar que si bien la carrera por alcanzar el óvulo es la primera de una vida signada por la competencia, en realidad es la última en la que se juega limpio. Porque no bien el infante empieza a formular sus primeras palabras ya empieza el aprendizaje de taimados recursos. En esa medida la famosa ley de la selección natural funciona a nivel social como un filtro donde los más astutos logran ubicarse en las posiciones más expectantes. Es por eso que el sector de los afanosos dirigentes suele estar integrado por depredadores, con una gran habilitad para deshacerse de enemigos y para falsificar una identidad de signo positivo. Salvo honrosas e inexplicables excepciones.
Ilustración: collage de Jens Ullrich.

El efecto misterioso de la violencia de Dios

  Con la llegada de Cristóbal Colón se restaron cincuenta y seis millones de individuos al planeta Tierra. Los abandonados campos de cultivo...