Es una película y uno de los personajes dice que no hay motivo para jactancia o arrepentimiento porque todo, absolutamente todo, ocurre por designio divino. Dios no existe -argumenta el interlocutor.
Miro mi televisor. Es altamente probable que dios no exista, pero para estos tipos Dios sí existe. Absolutamente. Es un sujeto que sostiene una taza de café sentado frente a su laptop. Si espero hasta el final sabré su nombre exacto. Es el screenwriter.
En cambio todos los minutos, todos los segundos que contienen la vida en este lado de la pantalla tienen demasiado material redundante, demasiadas incoherencias, demasiada perífrasis, demasiado tiempo muerto, demasiados asuntos previsibles como para poder imaginar que nosotros también somos parte de una obra de ficción. Pero quizá el screenwriter de la realidad trabaja para una raza con una mente sobrehumana que puede encontrar franco entretenimiento en esta clase de basura.