Actos de ventriloquia
(por O. Ch.)
Publicado en Hueso Húmero 61. Lima 2013
Sería deseable que
el pobre querido Tom tuviese más agallas y menos necesidad de dejar caer gota a
gota cada una de sus agonizantes perplejidades, anotó Virginia Woolf[1]
Bertrand Russell
estaba seguro que T. S. Eliot carecía de la insistente pasión imprescindible para
ser alguien
Los médicos enarcaron
las cejas, diagnosticaron abulia
El departamento
era ruidoso
No había plata,
nada
No podía seguir.
No podían seguir. Nadie podía seguir[2]
Cada incidente cotidiano
era una aventura en los círculos del infierno
(T. S. Eliot gruñía)
T. S. Eliot alguna
vez definió su libro como una pieza rítmica de quejas
Un destilado
estilístico de un mal matrimonio
Al terminar
pidió una opinión
Complimenti, you
bitch, le contestó el viejo Pound
Los innovadores
de la primera mitad del siglo XX trabajaban todo tipo de vísceras con diabólica
elegancia
T. S. Eliot fraguó
una neurótica relación entre lo que presenta el que habla y lo que cree percibir
el lector[3]
Un nerviosismo que
se versifica alterando registros tonales
Un ejercicio de
ritmo, de síncope, como un objeto soliviantado que apunta hacia la ventana
T. S. Eliot capturó
algo ajeno y lo reconfiguró
P. R. Picasso manoseó
máscaras africanas
J. A. Joyce implantó
La Odisea como espina dorsal
Los huesos de lo
viejo eran escandalosamente legibles bajo el pellejo de lo novísimo[4]
No hay libertad,
no hay libertad en el arte, advirtió Eliot en 1917
Se refería a que
las expectativas tiranizan el campo formal
Cuando una
persona agarra un poema espera que pueda leerse como un poema
El producto de
vanguardia deforma, desfigura, retuerce, distorsiona
Manipula lo extraviado
Pero el texto de
vanguardia nunca abandona por completo las convenciones. Sin la forma estamos perdidos
en una constelación de decisiones[5]
Las viejas estructuras
condicionan la respuesta al poema inédito
Pero el más
interesante de los fenómenos ocurre cuando algo nuevo transforma sin remedio todo
lo anterior. Después de Prufrock, el infierno de Dante es otro infierno de
Dante
Ligeramente otro
Con La tierra baldía T. S. Eliot se aproximó
escandalosamente a los límites de la técnica
Fue acusado de
plagiario
La
tierra baldía es un collage de alusiones, de citas,
de ecos, de apropiaciones, de pastiches, de imitaciones, de actos de
ventriloquia. Usa siete idiomas, incluyendo el sanscrito. Termina con páginas
de notas[6]
Cuando Joyce le
envió los últimos capítulos de su Ulises
Eliot contestó: No tengo nada más que admiración. Luego agregó (en voz baja): Maldito
seas.
Años más tarde confesó
que había decidido abandonarlo todo[7]
La obra de Eliot
y la de Joyce son aparatos que se apropian de estilos y tradiciones[8].
La incautación es su estilo
En tan poco
tiempo, con tan pocas páginas, T. S. Eliot cambió el modo de escribir poesía[9]
Cuando los
devotos le preguntaron qué se necesita para comprender un poema él respondió:
Leer otros
poemas
Interrogado
sobre su método creativo dijo:
No hay ningún método
excepto ser muy inteligente
Notas:
[7] Pero Pound (siempre el viejo Pound) le
explicó que Joyce había excitado el mundo de la novela. T. S. Eliot estaba
obligado a hacer ese trabajo en el campo de los versos
[9] T. S. Eliot no perdía ocasión de
escribirle a su mamá: Hay un pequeño y selecto grupo que me considera el mayor
poeta vivo (de Inglaterra)