miércoles, julio 31, 2013


Ciudad de New York, 1918
Querido Barton:
desde hace mucho tiempo pienso que hay una persona en la oficina que debería ser despedido. Me refiero a Sherwood Anderson. Él es un tipo hábil y buena persona, pero hace rato que estoy convencido que su corazón no está en el trabajo. Seguramente hay consenso en el hecho que este Anderson es, de alguna manera, una especie de adorno para nuestra organización. Su cabello, para empezar, tan largo y desordenado, confiere un matiz artístico a su personal apariencia que, probablemente, impresiona a tipos como Frank Lloyd Wright o a Mr. Curtiniez of Kalamazoo cuando visitan nuestra oficina.

Pero Anderson no es realmente productivo. Como dije, pienso que no le pone corazón a su trabajo. Y estoy firmemente convencido que debería ser despedido. Y si usted no se decide yo me presento como voluntario para informarle que tenemos que dejarlo partir. Por lo tanto sugiero que a la brevedad posible nuestra oficina se disponga a cortar todo tipo de relación laboral con el mencionado Anderson.

Respetuosamente
Sherwood Anderson


La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas ¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la i...