Con la llegada de Cristóbal Colón se restaron cincuenta y seis millones de individuos al planeta Tierra.
Los abandonados campos de cultivo fueron espontáneamente sumados a las selvas vírgenes.
El CO2 se precipitó y la temperatura declinó en toda la faz del planeta Tierra.
La ciudad de Cremona se hallaba entre un bosque de abetos y uno de arces.
Los anillos de crecimiento de los árboles se apretaron y la madera alcanzó una prodigiosa densidad.
Tocado por un arrebato, el luthier Antonio Stradivarius ensambló y barnizó un violín de mortífera belleza.
Nunca se enteró que todo se lo debía a los tercos afanes de don Cristóbal Colón.