martes, diciembre 24, 2019

Los grandes crímenes de Mark David Chapman




Antes de apretar el gatillo yo experimentaba un equilibrio emocional insuperable. Una voz interior declamaba: ¡Hazlo! Después de disparar sentí como si la imagen de un gran televisor se hubiese congelado. Me mantuve de pie, con el arma en posición horizontal, como la figura de un poster. Vino el portero del edificio y sacudió mi brazo hasta que el arma cayó. Saqué la novela de J.D. Salinger del bolsillo e intenté leer. Deseaba que la policía llegara de una vez.

Delitos de lesa modernidad

Un día un amigo me dijo que, en el fondo, soy un poeta místico, y que todo ese interés por la ciencia en mis textos es solo el toque que con...