sábado, abril 14, 2018

El Motor de Combustión Interna



El cromado megáfono de mi destino

Tempranamente me di cuenta que esta tierra no es mi tierra
Que estas palabras no dicen exactamente lo que sale de mi boca
Por eso alcé los ojos hacia la bóveda celeste
Y lancé mi alma de un modo imperativo
Pero mi alma no llegaba a su destino
Mi alma no alcanzaba la coordenada precisa
Ese punto etéreo que me permitiría vivir por encima de mí
Que es el sitio exacto para mí

No sé cómo decir esto
Debo confesar que en ocasiones he realizado viajes siderales
Esa es la razón por la cual tengo problemas en mis interacciones sociales
He pasado demasiado tiempo metido en una cápsula espacial
Iba sentado en un mullido sillón giratorio mirando a derecha e izquierda
La materia ígnea
Los planetas que guiñan
La superficie calcárea
Que cruje y revela un núcleo enceguecedor que transmite una señal
Y por ahí un simple algoritmo suficiente para entenderlo todo
Suficiente para lanzar un punto de luz
Cuando todo se transforma (otra vez) ¿en qué?
Y así ser y volver a ser (cada día) este extraño personaje
Trastornado por la radioactividad
Con esta mente irritante
Que no sabe cómo digitar la contraseña del reino de este mundo
Con estos ojos que no pueden cerrarse
Where is Mae West when we need her?

Where is her?



EL MOTOR DE COMBUSTIÓN INTERNA. Oswaldo Chanove. Fondo de Cultura Económica. Lima 2018.
Ilustración de carátula: The Guardian, por Robert y Shana ParkeHarrison.

viernes, febrero 23, 2018

La mujer más fea del mundo



Pastrana visitó las principales metrópolis del mundo occidental deslumbrando con los acuáticos ajetreos de su vals, con el timbre de su  voz, con el prodigio de su risa. Pastrana fue requerida de amores por veinte individuos y, cuando se corporizó el inevitable hombre de prensa, ella alegó que ninguno era lo suficientemente rico. Pastrana llegó a alzarse 1.34 metros sobre la superficie del suelo y fue vista en este planeta más tiempo del que corresponde, más tiempo de lo humanamente soportable. Su historia empezó en Sinaloa, México. Se dice que una india llamada Espinosa había desaparecido repentinamente en 1830 y que solo años después fue encontrada, casualmente, por unos vaqueros. Espinosa habría asegurado haber sido encerrada en una cueva por un grupo de hostiles, en una zona atestada de animales enfurecidos. Espinosa iba acompañada de una niña de 2 años llamada Pastrana. Y cuando Espinosa repentinamente dejó este mundo Pastrana optó por trabajar como sirvienta. Sin embargo, en abril de 1854, deseosa de exorcizar su nostalgia, decidió volver a sus serranías. El viaje fue largo y claramente laberíntico. Recién arribó a la aldea de sus ancestros el 13 de febrero del 2013, en medio de una insólita ceremonia en la que participaron autoridades y miembros de la prensa local, nacional e internacional. ¿Qué ocurrió?
En el camino se topó con un norteamericano. Un tipo de ojos elocuentes y boca grande y pálida que le hizo una propuesta irresistible. Y así visitaron Cleveland y asistieron a galas militares. Se dice que soldados bravos y extremadamente apuestos hacían cola para bailar con ella. Se dice que ella giraba, que brotaba música. Pero en el momento más elevado de su notoriedad Pastrana se animó a cruzar el océano. Charles Darwin escribió entonces:   «Pastrana es una mujer extraordinariamente fina pero tiene una gruesa barba y frente velluda. Tiene en ambas quijadas, superior e inferior, una irregular doble hilera de dientes. Una hilera colocada dentro de la otra, de la cual el doctor Purland ha tomado una muestra. Debido al exceso de dientes, su boca se proyecta hacia adelante.» [1] (Es probable que el momento más desconcertante de la vida de Pastrana ocurriera cuando alguien sugirió que era completamente ajena a la especia humana.) Continuando su gira, en Leipzig protagonizó Der curierte Meyer, una obra de teatro escrita especialmente para ella. Trataba de un hombre que se enamoraba de una tapada limeña. Cuando el pretendiente no estaba en escena Pastrana descubría una sonrisa.  El público estaba obligado entonces a sofocar su regocijo. Pero la policía alemana puso espías en la sala y el teatro fue finalmente clausurado. En 1857 su manager reapareció luego de un fin de semana perdido y exigió, finalmente, la mano de Pastrana.  En Viena, crecientemente posesivo, la incitó a someterse a exámenes fisiológicos. Luego le prohibió, terminantemente, salir a plena la luz del sol. Cuando por fin llegaron a Moscú, en medio de aquella zarandeada gira, Pastrana dio a luz a un bebé peludo que falleció a las 35 horas. Tristemente Pastrana lo siguió cinco días después.
Momentáneamente desconcertado, el marido solo atinó a vender los cadáveres. El profesor Sukolov,  de la Universidad de Moscú, luego de algunas insólitas anotaciones para la historia de la medicina, optó por aplicarles un tratamiento de su invención. A diferencia de las momias del antiguo Egipto, la de Pastrana y su pequeño hijo retenían su color, forma y apariencia, creando  la ilusión de un beatífico sueño eterno. Sukolov las acomodó en el museo de la Universidad, ella ataviada con uno de sus lujosos trajes de baile, él como un marinerito. Las multitudes, sin embargo, atrajeron también al manager, que rápidamente extrajo su certificado de matrimonio. Con su familia nuevamente reunida tomó la decisión de regresar a Inglaterra con ilusiones renovadas. Y es así que en 1864 este afortunado individuo conoce a una mujer con una condición similar a la de Pastrana y la pide en matrimonio. El espectáculo se anunciaba como la hermana de Pastrana velando el sueño de Pastrana. O tal vez como Pastrana renacida contemplando su antigua manifestación. Por desgracia en 1880 el manager sufrió un ataque de nervios y fue retirado a un manicomio. Los restos de la mujer más fea del mundo, sin embargo, continuaron su camino. Circos, cámaras de los horrores, museos de cera, hasta arribar finalmente a algún polvoriento depósito de alguna universidad de Noruega. Allí, durante décadas, permaneció Julia Pastrana contemplando a los roedores. Finalmente, por iniciativa de algún bienaventurado,  en Febrero de 2013, sus restos fueron oficialmente entregados a las autoridades Mexicanas. Yacen en lo alto de un cerro (con vista a su soleada aldea natal).

[1] En  The Variation of Animals and Plants Under Domestication, vol. II. John Murray. Londres. 1868. P. 328.
(El Hueso puede adquirirse haciendo clic aquí.)

lunes, febrero 05, 2018

El poema es más profundo que el vino


¿Es el intelecto o la inspiración el elemento decisivo entre la excelencia y la mediocridad? Un fornido intelecto nos permite manejar con solvencia la técnica además de navegar en el amplio espacio de las referencias y en el diálogo con las voces que emiten las bibliotecas. El intelecto nos permite reflexionar sobre la realidad para luego componer una interpretación. La inspiración es mucho más difícil de definir. Los que la han experimentado afirman que parece ser el nombre contemporáneo del arcaico delirio sagrado. Algo que permite hacer un viaje a la locura y regresar para contarlo. En esa épica aventura el poeta se enfrenta a lo más inquietante del universo: las cosas sin nombre.
Los humanos solemos definirnos como seres racionales, porque de esta manera pretendemos que nuestra aventura vital tiene sentido, que hay una inteligencia que la rige. Pero eso es una voluntariosa mentira.
En 1957 Leon Festinger acuñó el concepto de disonancia cognitiva, señalando que nuestro sistema de pensamiento, creencias y emociones con frecuencia está sometido al ponzoñoso conflicto de ideas opuestas aceptadas simultáneamente. Lo incompatible es un elemento extrañamente activo y protagónico en nuestras vidas.  Pero la colisión de dos elementos opuestos genera siempre algo nuevo: un mutante, un engendro, una distorsión, un dolor.
El intelecto tiene un grave problema para manejarse en el ámbito de la disonancia cognitiva. Todo el asunto es ilógico y se revela como una cuestión perfectamente torturada. Pero el intelecto suele sentirse en la obligación de decir la palabra final. Obligado por presiones intolerables, el intelecto fuerza una interpretación y compone entonces una muy coherente pieza de retórica. Pero hay que denunciarlo: todo no es más que un lindo artificio, una patética falsedad. Y la falsedad es algo que jamás logra sostenerse si no desarrolla un cable que la conecte a lo real, que eche raíces en ese territorio demasiado desconocido.
Y solo cuando la falsedad se convierte en ficción es recién el momento en que la situación conflictiva puede encaminarse hacia una solución reveladora, iluminadora y hasta liberadora. Porque la ficción es un ritual para hablar en el idioma de lo que está más allá. Porque la ficción que ha alcanzado el nivel de poesía logra lo inconcebible, revelando lo verosímil en lo inverosímil. Y esto solo se puede realizar cuando el intelecto rinde su músculo al servicio de esa zona oscura que no tiene etiqueta convincente y que provoca el delirio sagrado. La locura como piloto de los tantos caballos de fuerza de la inteligencia convierte así al monstruo en un ser de rara belleza que hace transmisiones. Algo que mágicamente convoca la curva que hay en toda recta.


miércoles, enero 17, 2018

El hijo pródigo

En las misas, a la hora del sermón, la historia del hijo pródigo es una de las favoritas. Todos pecamos un mínimo de siete veces al día, así que es claro que sin problema podemos identificarnos con el granuja en vez de con el hijo leal. Hay más regocijo en el Reino de Dios por una oveja redimida que por los noventa y nueve del apretado rebaño.
¿Pero esta historia es una muestra de bondad infinita o más bien el germen de una inquietante estrategia? ¿Acaso no se bendice de esta manera a los creyentes en la crónica agonía de pecado y arrepentimiento sobre la que se construye la alegría del cristianismo? ¿El histórico y masivo éxito de esta religión no tendrá su explicación en la disonancia esencial de los humanos? ¿Acaso esta especie animal no se ha expandido desmesuradamente conciliando milagrosamente su voracidad de depredador con ensoñaciones de perfección espiritual? 
Ilustración: Johan Muyle 

martes, enero 02, 2018

El héroe y su relación con la heroína (intento número 1000)

Nos conocimos en un recodo de la calle San Francisco
Tú eras a veces la más bella y a veces solo la más rara
Yo era el incompleto el vago el mitómano indomable
 Y entre tanta gente que confunde lo azul decidimos que ya basta
Que podíamos estar que podíamos ir que podíamos salir
Que por qué no explorábamos cada parte perecedera del cuerpo humano
Que por que no alzábamos cada ojo hacia las nubes buscando a ti y a mí
A ti y a mí
A ti y a mí
Como el cazador oculto
Como ese astronauta que conquista una estrella distante
Para consagrar
Para convertir a todos a la novísima quimera
Y fue así como decidimos ser más que una pareja
Ser brigada

Y ocurrió así
Robamos el viejo carro de tu padre y apuntamos directo a la variante de Uchumayo
Buscando el calor, el agua, los miles de minutos que eran solo nuestros
Nos dirigimos a la pampa de la Joya
Y aquel día algo vibraba sobre el camión de las verduras
Subimos a un cerro pelado y gritamos los  nombres de personas desconocidas
Nombres que no le decían nada a nadie ni a nada
Pero que deberían decir
Prendimos una sarta de cohetones y aullamos como perros callejeros
Como lobos
Y sentimos que de pronto después de mil millones de años
Algo se detuvo justo bajo nuestras zapatillas

Y ocurrió así
Ella dijo
Contaré hasta tres
Uno dos tres
Bien pudo ser cosa de magia cuando nos transformamos
Yo en yo pero no en solo yo
Y ella en ella pero no en solo ella
Llegaban malas noticias de todas las partes pero nosotros sabíamos
El combate entre el mal menor y el otro mayor es imperecedero

Y ocurrió así
Ella solía cantar cuando yo pulsaba mi guitarra
Fuimos entonces lo que son los amantes desesperados
Siempre al borde de ser adecuados
Siempre al borde de nada
Y se escuchaba todo en las huertas de Umacollo  
En las arenas ardientes de Mollendo
En la cuesta empinada hacia el centro histórico

Al cielo solíamos mirar como quien mira un televisor de 60 pulgadas
¿De qué nos sirve luchar si solo haremos la variación de un mismo tema?
Y vimos que incluso recitar tenía su parte angustiante
¡Que se pudra este ramo de rosas, pero no antes que usted, señora Keiko!

Y ocurrió así
Los días de antes y los días de ahora aparecían como naipes sobre una mesa
La gente era hermosa era terrible era horrible
¿Para qué, para qué, para qué?

Si de aquí también tendremos que huir cada día

(Basado en un tema de León Benavente)

viernes, diciembre 29, 2017

Tampoco

El sujeto anunció que no pensaba bañarse. Voy a terminar este voto cuando  se solucionen los problemas que agobian al Perú, proclamó. Desde entonces el individuo toma baños de fuego. Se mantiene inmóvil sobre una pierna al lado de una hoguera, fumando marihuana. No se cepilla los dientes, tampoco.
Ilustatración; Cai Guo-Qiang

martes, diciembre 26, 2017

Mujer entre tinieblas

La mujer abrazó su pierna y posó su rostro sobre la preciosa rodilla. Quería echarse a llorar. Con lágrimas lentas. De cristal. Quería echarse a llorar con la boca abierta y la cara manchada. Deseaba lanzarse boca abajo y patear y gritar. O ponerse tiesa como un eucalipto recientemente derribado.
Ilustración; Sam Taylor Wood.

sábado, diciembre 23, 2017

X

Cuando Leonor tenía tres años su madre encontró una aguja bajo la costilla. Leonor tiene hoy 29. Los galenos del Hospital General de la Pampilla se han declarado en junta médica permanente. La aguja de la zona ventral se ubica a milímetros del páncreas. La del cráneo  pudo ser colocada cuando los huesos no se habían soldado. En una entrevista telefónica Leonor ha señalado: ¿Cómo pudieron hacerme esto a mí?”
Ilustración: Dino Valls.

miércoles, diciembre 20, 2017

Ménage à trois

A los treinta me tocó amar a una mujer que por coincidencia también me amaba bastante. Siempre estábamos a la caza de momentos perfectos.  Era un día azul y soleado en la playa de Mollendo. Teníamos música. Un sauvignon blanc Santa Emiliana muy frío. Teníamos queso y jamón. La estrella era, sin embargo, un salmón ahumado que ubicamos en una mesa baja, a un costado. Brindamos una y otra vez y cuando, hambrientos, buscamos el pescado, notamos que, justo ahí, un maldito perro callejero se relamía radiante. Vacilamos sólo un instante antes de soltar la carcajada. Después de todo los tres éramos completamente felices.

La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas ¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la i...