sábado, agosto 29, 2009

Rubem Fonseca: Querer vivir es tan extraño como querer morir













Rubem Fonseca, el narrador de mayor proyección del Brasil contemporáneo, escribe historias de intriga policial en una prosa sencilla, eficiente, de asumida vocación menor. Sin embargo, en esas historias de frases cortas, de diseño frontal, se revela un universo en el que se avizora un filo trágico, vibrante, que hecha una aguda mirada a la gestualidad de la existencia, que interroga a las pulsiones del amor sexual, que estudia con fascinación la artesanía de los homicidas y el silencio final de las víctimas. Y en muchos de sus relatos, quizá en todos, la piedad se alza como una luz casi impertinente, no tanto como el despertar de la esperanza sino únicamente como terca lucidez de solitario.

El discreto agente
De la vida de Rubem Fonseca no se sabe mucho. Nació en 1925 en Juiz de Fora, estado de Minais Gerais, aunque desde los siete años ha residido en Río de Janeiro, cuyas calles suelen ser el campo de las torcidas intrigas de su obra. En 1948 se graduó en derecho penal, y luego estudió administración en la Fundación Getulio Vargas, y en las universidades de Nueva York y Boston. Se sabe que ha trabajado para la policía y, según fuentes que prefieren conservar el anonimato, en cierta ocasión fue incluso agente encubierto. En 1963 , a los treinta y ocho años, publicó Los Prisioneros, un libro de relatos que ya mostraba su talento para las historias cortas. Dos años después obtuvo el premio PEN Club de Brasil por El collar de Perro, y en 1970 su libro El Cobrador fue galardonado por la asociación de críticos de Sao Paulo, lo cual lo dio a conocer más allá de las fronteras de su país. Pero fue en 1973, con la críticamente aclamada novela El Caso Morel, que su fama se consolidó. El incidente de la intervención policial sobre la edición sirvió únicamente para llevar su nombre a titulares de la prensa y, para convertirlo en un autor ampliamente reconocido por la opinión pública. En 1983, con la publicación de El Gran Arte, que pronto fue traducida a los principales idiomas, y luego llevada al cine, consiguió ubicarse en un nivel protagónico en el ámbito internacional, como un auténtico autor de culto.
Fonseca también ha sido profesor universitario, periodista, crítico de cine y guionista. En 1990 publicó Agosto que transcurre durante los últimos días de la dictadura de Getúlio Vargas, y que incursiona con visibles ambiciones en la novela de aliento mayor, aunque sin lograr superar la contundencia de sus novelas cortas. A pesar de su creciente celebridad internacional no concede entrevistas, ni asiste a congresos, y sólo permite que una vieja foto se reimprima en la solapa de sus libros, que, en general, giran en torno a una intriga policial.

La cacería
A fines de los setenta y principios de los ochenta la llamada novela negra norteamericana se convirtió en artículo de moda, entre escritores y lectores de Latinoamérica. Muchos vieron en la opción una vuelta a las raíces, ya que se trataba de utilizar una trama con incidentes extraordinarios, en oposición a la tendencia que exaltaba los conflictos de la vida interior, o los dramáticos matices de la vida cotidiana. Los recorridos, las indagaciones para desenmascarar a un criminal, se mostraron apasionantemente adecuados para revelar la pirámide de corrupción que está plantada en el centro mismo de la sociedad urbana contemporánea. El lector focaliza en los excitantes efectos de la relojería del suspenso mientras, en el trasfondo, es impactado por el dramático paisaje donde el artero predador destroza la vida de los incautos. Un esquema ideal para acceder al éxito de librerías, y simultáneamente, cumplir con las inquietudes sociales y existenciales. Y en esto Rubem Fonseca ha demostrado hacer un trabajo con una malévola maestría que no tiene equivalente en ningún otro autor en esta parte del mundo. Su versatilidad formal le ha permitido pasar del clásico registro de la novela realista como en Agosto, hasta el muy estilizado manejo de los planteamientos narrativos característico de sus relatos y novelas cortas (ejemplo Desde el fondo del mundo prostituto sólo amores guardé para mi puro). La rapidez de su prosa, con diálogos directos, precisos, trabaja en ajustado contrapunto sobre historias con frecuencia truculentas y personajes desbordados. Su regla parece ser “mientras más cochinadas en el cuarto, más etiqueta y discreción en el salón”.


Cantos de amor y muerte
La danza de Eros y Tánathos ha hecho correr, entre otras cosas, ríos de tinta. Pero en los argumentos literarios ofrece unas prestaciones impagables. Para tensar una historia, para recobrar el estremecimiento ante el gastado asunto de alguien que ama, o de alguien que muere, no hay nada como hacer que las vibraciones de uno y otro entren en dramática colisión. Es una modalidad radical del climax y anticlímax. La luz se hace más aguda y la oscuridad más grave. Las fuerzas en juego impulsan a los participantes hacia sitios más ardientes que los reconocidos por el sentido común. Todos los pervertidos conocen esa ley universal, y en todo escritor hay algo de pervertido. Probablemente el rasgo característico de Rubem Fonseca, lo que lo hace entrañable y adictivo, son sus personajes que parecen estar buscando algo más que la solución o ejecución de un buen crimen. Uno diría que éstos buscan alguna verdad detrás de los rutinarios eventos de la ilusión o del dolor, de las circunvoluciones del bien y del mal. Es especialmente memorable el sicario esteticista de El Gran Arte, que ha profundizado en la poética del cuchillo, en las posibilidades del acero afilado sobre la masa orgánica del ser humano. O el irreductible agente Alberto Matos de Agosto, que trajina entre la miseria armado de pastillas antiácidas con la mirada en un punto más allá de lo visible. O el casi absurdo escritor de Del fondo del mundo prostituto... que se distrae de una amenaza mortal con charla ingeniosa, que sólo ilustra su frustrado afán por alguna trascendencia.
Todos son personajes que a pesar de ser almas perdidas conservan una mística nostalgia por lo verdadero. Y esto es seguramente lo que hace de Rubem Fonseca un escritor que se diferencia de los irremediablemente desencantados personajes de la gran novela negra norteamericana. A su manera, en Fonseca resplandece la singular lujuria o vitalidad del inmenso e inescrutable Brasil. Su ilusión y su tragedia.
(Fonseca está en Lima. Hace tiempo publiqué en Somos este texto.)
Ilustración: Grosz.

lunes, agosto 17, 2009

Mad men



UNO. Por estos días se conmemoran 40 años de los crímenes de Charles Manson. Según registra el libro del fiscal Vincent Bugliosi, este sujeto, de mínima estatura y de ego ciclópeo, tenía varias técnicas para magnetizar a sus discípulos. Su favorita consistía en reunir a decenas en una gran habitación y conducir, con la entrega de un director de orquesta, una descomunal orgía. Su objetivo era un orgasmo simultáneo. El siguiente paso, y quizá para regocijarse con lo absoluto de su poder, consistió en ordenar el ataque en el que murió Sharon Tate. Por asociación, esas escenas de sangre mancharon irremediablemente la utopía de los hippies.
DOS. Raúl Cano, un científico del Politécnico de la Universidad de California, ha realizado el sueño de Jurassic Park despertando a un ser de 45 millones de años edad que dormía en una gota de ámbar. La mala noticia es que el bicho es casi invisible. La buena es que siendo una antigua forma de levadura se ha podido usar para preparar una cerveza (Fossil Fuels Brewing Co.) que los entendidos aprueban acaloradamente. Habrá que ver cómo son sus diablos azules.
TRES. Una de las super stars en este mundo con sobrepoblación de celebridades es Nora, la gata que toca el piano. Su video en YouTube ya ha sobrepasado las veinte millones de visitas. El éxito le ha permitido ganar algo de efectivo con DVDs de sus conciertos, y en Amazon se ofertan un par de libros alusivos. Se puede además bajar de su página web una versión en PDF con reveladora autobiografía. Pero a la fecha su logro más significativo es que una de sus composiciones ha sido interpretada en Lituania, por una orquesta sinfónica (ver Catcerto).
CUATRO. Alec Guinness contaba melancólicamente que cuando era desconocido estaba tan ocupado tratando de volverse conocido que no se dio cuenta de las ventajas de vivir lejos de la obsesionante mirada de los otros. Imre Kértesz afirmaba que si uno busca el éxito, sólo tiene dos caminos, lo consigue o no lo consigue, y ambos resultan igualmente ignominiosos.
CINCO. ¿Qué clase de gente siempre está pidiendo algo nuevo cuando lo único que quiere es lo mismo? Los niños. La televisión, cuyo desafío era reiterar incansablemente dos o tres fórmulas parecía querer eternizar ese tipo de telespectador con escasa capacidad de concentración. El problema es que cuando un adulto se comporta como niño califica como estúpido. Pero gracias a ciertos canales de cable las cosas no sólo están cambiando, sino que probablemente estemos ya en una edad de oro de la televisión.
SEIS. Mad Men, la serie ambientada en el ambiente de los creadores publicitarios, en los años sesenta, y cuya tercera temporada ya se anuncia, tiene material para ser considerada una autentica obra maestra. Siguiendo la ruta admirable de Los Sopranos y The Wire, esta producción televisiva enfoca temas adultos sin insultar la inteligencia de los espectadores. Las motivaciones de los personajes responden con frecuencia a un enigma existencial, que los espectadores podemos intuir sin poder jamás refugiarnos en una consoladora certeza. Si uno se fija exclusivamente en el argumento, en lo más superficial, por momentos pareciera que no pasa nada, pero por debajo fluye un inquietante universo. Justo como en la vida.
foto: "Curvaceous" Christina Hendricks entre mad men.

lunes, agosto 10, 2009

Pagliacci


Un hombre va al doctor. Dice que está deprimido. Dice que la vida le parece áspera y cruel. Dice que se siente solo en un mundo amenazante donde todo lo que uno puede esperar es vago e incierto. El doctor medita y señala: “El tratamiento es simple. Ha llegado a la ciudad Pagliacci, el gran payaso. Vaya a verlo. Eso le levantará el ánimo.” El hombre baja la cabeza.
“Doctor, yo soy Pagliacci.” (en Watchmen, de Alan Moore)

lunes, julio 20, 2009

Llátan


Después de varios siglos Francia ha cedido su supremacía gastronómica. Esto se debe, según Michael Steinberger, autor de Au Revoir to All That: Food, Wine and the End of France, a una indigesta combinación (entre otras cosas) de hamburguesa y complacencia. Porque Francia sufre la bipolaridad de por un lado sentirse gastronómicamente insuperable, y por otro ser el segundo lugar del mundo donde McDonals hace mejores negocios. Pero el problema no es tanto que demasiada gente prefiera zamparse una cheeseburger, sino que la preciada comida francesa esté McDonalizandose. Como aseguraba un testigo cercano, lo que pasa es que los chefs están terriblemente ocupados con el marketing y el diseño de “fórmulas ganadoras”, y le están perdiendo la mística a las viejas cacerolas. En cambio en España la creatividad ha tensado límites. El caso más resonante es Ferrán Adria, que no sólo es considerado el mejor cocinero de este goloso planeta, sino que no hace mucho representó a su país en una bienal de arte.
Mirar hacia atrás, pero siempre ir hacia delante (como predicaba Ian Kerr), es la única manera de tomar en serio la cultura popular. La tradición, la nata de la idiosincrasia, se cuece a fuego lento en la contingencia de un pueblo, y si bien es imprescindible marcar hitos y consagrar logros, sólo la permeabilidad la mantiene saludable. El reconocimiento mundial a la cocina peruana ha generado principalmente un movimiento nacional de afirmación. A la avalancha bibliográfica se han sumado festivales, programas de televisión y cierta proliferación de restaurantes que prometen autenticidad. Una de las razones por las que Gastón Acurio se ha convertido en el gran caudillo de la comida peruana es porque a diferencia de otros entusiastas, enfoca su interés principalmente en la dinámica de la cocina, tratando de establecer el eje sobre el que giran las variaciones. Su respeto por la tradición no pone el énfasis en lo histórico, sino que rastrea a los protagonistas contemporáneos –los guariques, las picanterías, los salones familiares, las carretillas- para cazar tendencias, para asombrarse con la vitalidad. Eso lo ha convertido en una especie de héroe nacional. Sin embargo su enfoque hacia el futuro aunque es también popular, sugiere una perspectiva de negocios, global, y empolla una contradicción. Y es que si bien Acurio no descuida el aspecto creativo, desafiando a los chefs a expandir el abanico de posibilidades de lo que crece (vuela o nada) en esta tierra, su proyecto formal parece orientarse principalmente a la consagración de la cocina peruana como marca. Su interés por las franquicias y por el ingenio corporativo es una prometedora apuesta en muchos sentidos, pero si eso se convierte en el motor del fenómeno gastronómico se corre el riesgo de minar la entrañable picardía de los guisos.
La “estandarización de la excelencia” es un modelo viable quizá sólo para engendrar un subgénero, pero eso jamás tendría que convertirse en el verdadero protagonista. Lo variado y plebeyo de la comida peruana hace que su triunfo sea desigual, y si bien tal vez se requiera de algún proyecto de supervisión o estímulo, la solución para avanzar con buen pie en este nuevo siglo seguramente no está solo en el buen ojo para los negocios de Gastón Acurio.
Foto: Saida, de la picantería La Cau Cau (Hermann Bouroncle)

miércoles, julio 01, 2009

Alf, el terrícola




Si de algo no se podía quejar Alfredo Mono Villavicencio es que tuvo full acción en su juventud. Es cierto que como contrapeso a demasiadas horas festivas tuvo que enfrentar situaciones agobiantes, pero eso no le alteró la expresión del rostro. Es más, pareciera que su invencible buen humor transmutaba todo en eventos épicos, dignos incluso de un comentario pagano. Se sabe que hace tiempo estaba consciente de su situación virtualmente terminal, pero cuando mencionaba el asunto todo el mundo optaba por darle un abrazo sin asomo de conmiseración. El lenguaje de lo trágico parecía extraño en ese territorio que él había inventado, ese que pobló con músicos, pintores, poetas, periodistas, filósofos callejeros, y con sus hijos, y con sus amadas fundamentales.
Para visualizar el espíritu de una época uno tiene que barajar la galería de personajes que animan a un pueblo. Gente que conforma el gran mural. Pero a diferencia de la mayor parte de caracteres que tienen que vivir en una atmosfera caldeada por actitudes encontradas, el mono consiguió convertirse en alguien apreciado de una manera benigna, unánime, cómplice. La popularidad del Mono empezó con sus dibujos. En La Salle, mientras el cura Poquitín ponía su infinita buena voluntad, el Mono secretamente se dedicaba realizar el retrato de Olga Camacho en base a una foto tamaño carnet. La obra maestra, que recién logró terminar saltando asuntos de física y de química, era exactamente igual al original (incluso en tamaño), aunque claro, había algo allí que hizo que todos deseásemos haber podido ser, por un segundo, el Mono.
Pero sospecho que a pesar de esta innata destreza él nunca creyó en el arte como el objetivo central de una vida. Por eso no estaba enloquecido por la obsesión. Lo que pretendía era representar su papel con consistencia. Eso empezó a vislumbrarlo cuando apareció con un montón de LPs de Pescado Rabioso, a su regreso de Argentina. Fue cuando empezó a contarnos de sus ganas de explorar escrupulosamente el contenido de cada hora. Quizá cuando quiso creer que su vocación, más que de artista plástico, era de rockero. Tal vez porque el rock es la más vívida, la más intensa de los formas de hacer arte. Y sus presentaciones con Catedral de Humo hicieron historia en el panorama local. Durante febriles instantes supo arrancarle matices a la plenitud. Luego seguiría con su casi ficticio grupo Eleuterio Cutipa y los duros de Juli (también conocido como Eleuterio Cutipa y las gallinas asesinas) pero en realidad ya sólo estaba dedicado a redondear su leyenda.
Sin embargo más allá de sus logros como dibujante y músico, su intransferible idiosincrasia es lo que lo hizo tan entrañable. Y es que (tal vez) lo que al Mono le magnetizaba de esta vida era representar el papel de héroe bizarro, ese hedonista que consagra su grandeza en horas secretas, bajo la luna. Ese tipo que encuentra una terrible dicha en estar sentado frente un vaso repleto. Aceptando con una carcajada todo lo que venga. Incluso la muerte.

martes, junio 16, 2009

Los bifocales de Woody


Woody Allen es quizá el único director-artista que puede permitirse una película cada año. Varias de las últimas son prescindibles, pero es un error tratar de enterrarlo prematuramente porque este funny little man es demasiado ágil, y siempre se las ha arreglado para conferir dignidad a su arte menor. Uno de sus numerosos alter egos dijo: “Debajo de esos gruesos lentes bifocales asoma la energía sexual de un gato de la selva”. Y justo esa incongruencia es el motor de su obra. Un IQ elevado suplementando una arrechura imperativa. Esto también lo ha convertido en un conspicuo cazador de chicas especiales, esas cuyo talento es intrínseco a una rara belleza. La peculiaridad de sus amantes reales e imaginarias es impresionante. Su última película Whatever Works, que ya se estrena, ha causado cierta expectativa. Es un retorno a Manhattan, su hábitat natural, y también al tema del neurótico urbano acalambrado por Eros y Tánatos. La casi adolescente seleccionada para la polémica experiencia de calentar los huesos del dirty old man es Evan Rachel Wood, una excelente actriz que también conjuga una incoherencia: doméstica perfección unida a sustancia indocumentada.
Ilustración: Evan Rachel Wood. El texto del tatuaje:"All that we see or seem is but a dream within a dream." de Edgar Allan Poe.

sábado, junio 06, 2009

Barias Cozas






















1. Los Beatles destruyeron el Rock’n’Roll cuando empezaron a crear música que podía ser tocada únicamente en estudio, desvirtuando los elementos rítmicos y “danzables” que le daban todo su poder. Eso asegura Elijah Wald en un libro que acaba de salir. Dice también que otro maldito sería Chubby Checker, que puso de moda el Twist, la primera danza popular en la que se pierde el interés en olfatear a la pareja.

2. Un excelente material para los que prefieren bailar pésimo es el que ofrece Grizzly Bears, un grupo Indie rock domiciliado en Brooklyn que está provocando complejas emociones entre los que normalmente controlan muy bien el nerviosismo. Parece música compuesta en una (resonante) casa amueblada con muebles raídos. Los elaborados registros vocales se suman a frágiles instrumentos (en el vórtice de atmosferas eclécticas) creando espacio para la sutileza. Les gustan a los que les gustan Subjan Stevens (y Sigur Ros).

3. El 7 de junio se abre la 53º Bienal de Arte de Venecia. Se ha anunciado un León de Oro para Yoko Ono por sus logros en toda una vida. Representando a Estados Unidos va Bruce Nauman (67), al que algunos insiders consideran el artista más influyente desde Andy Warhol. Miquel Barceló representa a España e Iván Navarro a Chile. Por Argentina irá Luis Felipe Noé, que ha declarado no sentirse más la viuda de sí mismo. Sandra Gamarra (Lima 1972), que reside hace años en Madrid, izará la bicolor.


4. Gustavo Dudamel, el venezolano de 28 años que fue recientemente nombrado director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles (cuya sede es el Walt Disney Concert Hall, diseñado por Frank Gehry) es, según entusiastas, el nuevo poseedor del fuego en la música clásica. Como se sabe, en el 2012 trepará a Machu-Picchu con Juan Diego Flores (poseedor también) para ofrecer un concierto ritual. Pedrusco Rodríguez, compositor nativo, tiene ya pertinentes sugerencias.

5. El mundo está en un proceso de reconfiguración. Otra institución emblemática podría declararse en bancarrota en los próximos meses. Se trata de nada menos que el New York Times, que a pesar de ser el diario más importante del mundo, está en graves aprietos económicos. El brillante (y rapaz) billonario mexicano Carlos Slim es protagonista en el drama.


6. El odio puede tener su poesía. En el más reciente número de letraslibres.com Gabriel Zaid hace una pequeña selección de ingeniosos insultos. Nabokov asegura que Freud hizo creer a sus lectores que podían curarse con diarias aplicaciones de mitos griegos en sus partes íntimas. Colette difundió el rumor que J.S. Bach era sólo una sublime máquina de coser. Juan Ramón Jiménez describía a Neruda como el más grande mal poeta de habla hispana.


7. Un reciente y valioso agregado a los instrumentos de la red es Wolfram (www.wolframalpha.com). No escruta en las páginas web, sino que genera su propia información. Se puede averiguar cosas de vital importancia, por ejemplo si ponemos la fecha julio 7, 1967 , sale que hace 15,312 días vi pasar por La Merced a Alicia en su bicicleta roja. Su perfil contenía un código que aún no logro descifrar.

Ilustración: Bruce Nauman. One hundred live and die. 1984

lunes, mayo 25, 2009

Picaflor


En el último número del New Yorker hay un poemita sobre el colibrí de las líneas de Nazca. El autor, el poeta Robert Gibb (Pennsylvania 1946) vive en la actualidad en los cerros de New Homstead, sobre el río Monongahela.

Hummingbird

1.
Shunt and plumb bob, a whirring top
That keeps touching down on its pivot.

Wings, the book says, like blurry gauze.
The long thin nectar-threading bill

Of a bird that backs off only to start again
From its still point in midair.

The revved-up, head-first metabolism.
The stone at the throat like a heart.

2.
High in the Altiplano, its wings spread
Hundreds of feet across, a hummingbird
Flies among the sky-faced drawings
The Nazca paced off on their tarmac.

3.
Walk me through something like that.

(http://www.newyorker.com/fiction/poetry/2009/05/25/090525po_poem_gibb)

sábado, mayo 23, 2009

El hombre que quería comprometerse con una lap top


Ray Kurzweil cree que está cerca el día en que podremos por fin abandonar nuestros cuerpos dolientes. Asegura que no regresaremos al polvo, que nos volveremos sujetos más rápidos y muy listos y que no tendremos fin. Ray Kurzweil tiene ya 61 años, y cada día traga 150 capsulas de suplementos para su dieta perfecta. Además hace planchas y lagartijas y cree que con un poco de suerte puede llegar sonriente al gran día, probablemente en el 2045. Entonces por fin podrá migrar a un soporte de silicón. Algunos aseguran que Ray Kurzweil está algo chiflado, pero hay que reconocer que es un chiflado con 15 doctorados (honorarios), varios libros escritos, y una tira de medallas académicas. Además no le falta plata, ya que es exitoso inventor y socio en instituciones pertinentes con Larry Page, el cofundador de Google. En realidad la idea de Ray Kurzweil no es excesivamente disparatada. La ciencia avanza siguiendo el ritmo de una progresión geométrica. La computadora del celular que usted tiene en el bolsillo es varios millones de veces más barata y mucho más poderosa que la que se usó para llevar un hombre a la luna. Según los cálculos para el 2029 las lap-tops ya habrán alcanzado un rendimiento de 20 petaflops, imprescindibles para equiparar al cerebro humano. Sin duda se aplicarán entonces a solucionar las últimas complicaciones bioquímicas (y metafísicas) hasta hacer posible el Gran Trasplante. Un problema podría surgir si la escogida por su corazón desarrolla suficiente conciencia y no le apetece comprometerse en eterna unión con ese caballero tan lleno de manías. (Los interesados en eternizarse chequear el sitio http://www.kurzweilai.net)

La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas ¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la i...