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lunes, abril 15, 2024

La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas

¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la interpretación del dolor? 

¿A qué se debe esa audacia magistral que humilla amplias zonas de lo razonable?

¿Por qué esa ilógica reinvención de la belleza?

La respuesta es simple: él sufría un caso grave de hiperestesia

Varios declararon incluso que solía angustiarse por el simple hecho de estar vivo

Pero sobre la faz de este planeta feroz no hay nadie que no tenga alguna herida desgarradora

Es cierto

No hubo no habrá

Pero la de César Abraham Vallejo Mendoza era una herida sobresaliente

Vallejo no sólo miraba de frente sino que también escrutaba de espaldas

Él conocía los cristos del alma

Él sabía lo que es tener marías que se van

Él tenía una idea de la técnica para cocinar águila al vino

Cuando él pensaba en el pasado no pensaba en el pasado 

Él estaba en el pasado

Y él se lanzaba de lleno hacia el futuro con su bien planchado traje gris 

Y él llegaba hasta demasiado allá hasta bien allá hasta donde estamos todos los demás

Pero lo más importante es que el buen Vallejo había sido bendecido por un poderoso procesador integrado en lo más hondo

El poeta recibía todos los datos salvajes y algo daba vueltas vertiginosamente en su enorme cabeza 

Y saltaban esos versos inauditos directo a la estremecida página en blanco

Y mientras ocurría todo eso él comía incluso un pan recién salido del horno

¿Pero por qué un pobre tipo de un pueblo remoto ostentaba una prodigiosa herida en este redondo planeta tierra? 

Sabe Dios

Pero la herida de César Vallejo era una herida que se alojaba en una tremenda coordenada 

Era una herida que estaba en el núcleo mismo de todo lo que se agita

Por eso

Porque esa herida producía el gran dolor

Un dolor parecido a la secreta  y absoluta jaqueca 

Un intenso dolor en el gran hueso fidedigno 

Un dolor  en ese órgano vital que se enciende demasiado

Un dolor  que florece por allá en todo la extensión del terrible acaso 

Un dolor que obliga a vibrar a todas las vocales

Un patético  sentimiento tan absolutamente  fascinante que hasta hace destellar el dorso de una lágrima

viernes, enero 12, 2024

Las palabras no pueden expresar lo que yo experimenté entonces


Yo estaba justamente aquí

Desde aquí cualquiera es capaz de pensar y de descubrir

Tengo aproximadamente 26 años y no sé con exactitud cómo llegué

hasta aquí

Suelo preguntarles a ellas por si ellas saben algo

Miré por la ventana y era yo precisamente

Qué hermoso soy cuando cabalgo sobre un caballo negro

Te divisé, a lo lejos, trotando sobre tu caballo blanco

Qué hermosa eres trotando sobre tu caballo blanco

Aquella pareja que ves a lo lejos somos nosotros

Ella tiene un cuello largo y hermoso y el jinete prefiere morder ese

cuello suavemente

Saltábamos sobre los arbustos olorosos con pasión

Las sombras de las nubes transformaban las realidad a cada

instante y

¡Oh!

Nosotros rodamos como dos dementes

Era nítido tu cuerpo desnudo y especialmente tus senos

No me canso de gozar con tus caderas blancas con tus caderas

blancas

Una y otra vez torpe como hace tal vez 10,000 mil años

De pronto lo conseguí

Una y otra vez

Una punta de mi cuerpo estaba en una rendija de tu cuerpo

Soy solo una punta de mi cuerpo

Soy solo una piedra atravesando el espacio

Todo desaparece

Fin fin

Todo desaparece

Pero hace falta levantar la cara para divisar tu rostro perfectamente

definido

Estamos sobre sábanas

Hay una almohada

Más allá están nuestras viejas ropas en desorden

¿Yo que siempre estuve vestido, cómo es que estoy desnudo?

(Quiero quedarme en una explosión para siempre)

Pero luego, mira, esa pareja que cabalga allá lejos somos nosotros

Atacan los indios

Hemos de cazar para proveernos de alimentos

Molestan los insectos

Los caballos se agotan y larga es la carretera

Amada mía, amada mía, es difícil amarse en medio de tanto ruido


de El Héroe y su Relación con la Heroína (1983)

Foto: Stella Maris Barrionuevo.

jueves, enero 11, 2024

¡Hum!


Lo que importa es cómo lanzas la pregunta

Yo la cagué

Todos los días de mi vida insistí

¿Quién soy yo?

Una y otra vez

Con los ojos cerrados

Con los brazos estúpidamente desplegados

Pero ahora pregunto 

¿Quién mierda eres tú?

Fotografía: Landon Nordeman


martes, enero 09, 2024

Bloody bastards


La forma de hacer la pregunta es lo que determina toda una existencia

Yo fui responsable de una formulación inadecuada

Cada día he repetido

¿Quien es ese que soy yo?

Sin cesar

Con la mirada perdida

Con los brazos abiertos siguiendo una implacable línea recta 

Pero ahora yo señalo

¿Quiénes son ustedes?



miércoles, enero 03, 2024

El asunto más importante


Cómo plantear la pregunta correctamente

Es lo que define toda una vida 

Yo cometí un error 

Todos los días he repetido 

¿Quién soy yo? 

Una y otra vez

Con los ojos cerrados

Con los brazos extendidos en directa paralela al horizonte

Pero ahora yo pregunto 

You talkin' to me?

Ilustración: Pierre Rouillon

miércoles, diciembre 20, 2023

Test para comprobar si un poema es bueno


El proceso de escribir poesía es equivalente a la técnica del pedernal 

Sustantivos, verbos y adjetivos interactúan entre sí formando versos 

Los versos interactúan entre sí lanzando chispas 


Exactamente como el pedernal contra la yesca


Si  no surge una llama de fuego el poema no es bueno

Si el resplandor no es duradero el poema no es excelente


viernes, diciembre 08, 2023

¿Quién les dijo que la vida consistía solo en arrastrarse por la vida?


Ese viernes a las 10:17 a.m. ocurrió algo inesperado
Sin que hubiese ningún presagio
Como una de esas cosas que nunca pasarán y pasan
Nunca nadie nada
Y los medios emitieron el flash informativo
Es un día grandioso para la humanidad
¿Pero qué ocurrió? 
Los cascos azules ya jamás serán desplegados
Los intereses nacionales han dejado de ser interesantes
Y la ceremonia se inició con la destrucción de las alargadas ojivas nucleares
Y el consejero delegado se lanzó desnudo contra el tráfico 
Y de rodillas los tiranos bajaron las escalinatas 
Y los súper villanos hidalgamente entregaron ingeniosos artilugios
Y las granjas de trolls y los ejércitos de bots fueron barridos como plumas al viento
Y los curtidos hombres de prensa gritaron sus preguntas 
¿Pero cómo? ¿Pero qué? ¿Quién cómo cuándo?
¿Dónde?
¿Y por qué ahora? 

¡Y por qué no! 
¡Es justo y razonable equitativo y saludable!

(Qué rápido es posible incluso todo lo absurdo)

Ardieron los corresponsales con las manos muy en alto
¿Y qué colosales cambios se anticipan? 
¿Qué y qué y qué?
¿Se borrará la triangulación narcisista?
¿Se liberará a los atrapados en la visión de túnel?
¿Será eficaz por fin el tratamiento a las mujeres inestables pero fascinantes?
¿Y qué de la crueldad ciega de la materia viva en expansión?
¿Y el cretino integral será inhabilitado de por vida?
¿Y el torturador?
¿Y el conchudo, el abusivo, el pedófilo? 
¿Y el irritable ludita de la industria musical?
¿Y el político corrupto?
¿Y el cortador de árboles, el sicópata? 
¿Y el maldito asesino de ballenas?
¿Y los tontos útiles de la poesía?

¿Y bastará un acto de contrición perfecto sobre la gran roca?
¿O todos serán lanzados hacia lo más hondo? 
¿Y qué de la conciencia ascética y adusta de los benedictinos?
¿Y habrá reparación civil para el intenso amor contrariado? 
Para el abnegado 
Para el bipolar
Para el idealista irredento  
Para el  que siempre evocó la cálida resonancia de la palabra 

¿Y por siempre y para siempre se acabará el dolor de la cadena alimenticia? 
¿Y ya nadie pagará por sexo en los lenocinios industriales? 
¿Y la ansiedad?
¿Y la depresión?
¿Y el  insomnio?
¿Y los episodios de pérdida de memoria?
¿Y emitirán algún tipo de diploma para los que nacieron en el peor lugar posible?
¿Y recibiremos 1000 disculpas por los 100,000 años de misterios gloriosos y dolorosos? 

Y fue así como destellaron todas las pantallas 
Y el insólito holograma se presentó dando allí de beber a las almas perdidas
Oliendo aquí cabezas de niños pequeños
Estrechando allá las manos de los resentidos de siempre
Pellizcando acullá las rosadas mejillas de los furibundos oligarcas

Y a eso de las 3 p.m. se lanzó por fin la página con todas las respuestas 
Y el público rugió como un verdadero animal gigante 
(Y fue solo una la que nos dejo perplejos)
Y la gente optó por tragar una gran bocanada de aire
Y cerrando los ojos se podía ver siempre esa inquietante sonrisa 
Espeluznante
Hasta que salió el sol del nuevo día
En Asia en África en Oceanía 
En Europa y las tres Américas
En el medio oriente 
En el el Ártico y el Antártico
Y la melancolía no fue ya la amante más leal
Ya nadie tuvo que dar gracias ni pedir perdón 
Ya nadie tuvo que jurar que todo está okey
Nunca más nada nunca nada
Y todos lloraron y lloraron en este viejo valle de lágrimas 

Ilustración: Alexander Calder. Two Spheres

sábado, septiembre 16, 2023

¿De dónde vienen los poemas? (Bilingue)


Los poemas acechan cuando ella sumerge su cabellera en litros y litros de agua cristalina

Los poemas acechan en toda la circunferencia en el hambre en el deseo

Los poemas yacen en el tibio escondite del ropero

Los poemas acechan entre el ruinoso mobiliario en las conversaciones casualmente registradas en los siete continentes en las rutas del país entero en el mar en el aire en la tierra 

Los poemas acechan en las páginas arrancadas con furor en las noticias de ayer de hoy y de siempre en los fragmentos subrayados en los destellos de la TV en el impagable slogan que se repite y se repite y se repite

Los poemas flotan en las corrientes de aire

Los poemas se alzan como nubes radioactivas 

Los poemas están silbando en el viento 

Y las palabras y las frases surcan los mares antes de alojarse en el lecho de la arena

Y se elevan los tantos lugares comunes antes de caer tachados hasta la siguiente temporada

¿Cuántos años puede repetirse una mentira antes de que sea lavada  por los camiones termonebulizadores?

¿Cuántos años puede vivir la retórica vigente antes de que se le permita deslizarse hacia el fondo de una tesis académica?

¿Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza y no ver lo que ha visto?


DE ONDE VÊM OS POEMAS? 

Traducción: Mauricio Maldonado

Os poemas espreitam quando ela mergulha sua cabeleira em litros 

e litros de água cristalina 

Os poemas espreitam na fome no desejo em toda uma 

circunferência 

Os poemas repousam na morna toca do armário 

Os poemas espreitam entre a barulhenta mobília nas 

conversas casualmente registradas nos sete continentes 

nas rotas do país inteiro no mar no ar na terra 

Os poemas espreitam nas páginas arrancadas com furor nas 

notícias de ontem de hoje e de sempre nos fragmentos 

sublinhados nos lampejos da TV no impagável slogan que 

se repete se repete se repete 

Os poemas flutuam nas correntezas de ar 

Os poemas se levantam como nuvens radioativas 

Os poemas estão assobiando no vento 

E as palavras e as frases rasgam os mares antes de ajeitar-se 

no leito de areia 

E se elevam os tantos lugares comuns antes de serem riscados 

até a próxima temporada 

Por quantos anos pode ser repetida uma mentira até ser lavada 

pelos caminhões termonebulizadores?

Quantos anos pode viver a retórica vigente até que lhe seja 

permitido deslizar-se no fundo de uma tese acadêmica? 

Quantas vezes pode um homem virar a cabeça e não ver o 

que já viu?

Ilustración: Rashid Johnston



martes, septiembre 12, 2023

Retrato del más trágico escritor mexicano


Jorge Cuesta se aplicaba dosis de ácido tartárico y hasta ergotina

Su frente amplia y su mentón adelantado no tenían deuda con nadie 

Su cárcel molecular había sido abolida

La maldición de la inteligencia y el microscopio se daban cita en Jorge Cuesta

Irradiaba como el radium 

Este escritor se hacía presente porque peligrosamente irradiaba como el radium

Era además ventrílocuo de sí mismo 

Nunca se sabía de dónde venía esa voz

Caminaba con la medida matemática de un compás 

Caminaba sin doblar las rodillas

Caminaba acarreando células que no encajaban 

Jorge Cuesta había sido fabricado con una industrial cantidad de tristeza petrificada 

Y cosa extraña

Justo al atardecer el peso de su cráneo pesaba más que su pobre cráneo mexicano


miércoles, agosto 16, 2023

Poema principalmente divertido


Puedes apostar tus calcetines a que la hora de la verdad te encontrará a la hora exacta

La hora de la verdad nos acecha con su reloj pulsera

La hora de la verdad prefiere aparecer en la fiesta cuando ya nadie la espera

Estás ahí, disfrutando de tu sagrada hora de procrastinación

Cuando de repente

¡Boom!

La hora de la verdad te golpea en la cara como un pastel de crema

No te escondas debajo de las sábanas

No apagues el celular

No finjas una gripe repentina 

La hora de la verdad, esa pequeña zorra, es una virtuosa de la puntualidad


sábado, abril 15, 2023

40 años después



Colofón a la tercera edición

El héroe y su relación con la heroína es un libro escrito por un poeta joven. En la recopilación o compendio de animales fabulosos, en el bestiario universal de seres imaginarios, se debería incluir a los poetas jóvenes. Porque la experiencia de ser un poeta joven se parece al hábito de corporizar un personaje de ficción. La aleación entre ser joven y ser poeta es portentosa porque la juventud es un motor a chorro y la poesía es un vehículo que arremete en el territorio de la realidad. La diferencia del trabajo de la poesía con el de otras disciplinas como la filosofía, es que la poesía usa algo más que la simple inteligencia. Como dice Joyce, si puedes poner los cinco dedos a través de ella es una verja, si no, una puerta. 

Han pasado cuarenta años. Lo primero que se me viene a la mente es una cierta curiosidad por ese que escribió estos poemas. Me desconcierta cuando me dicen que aquel individuo fui yo. Ese personaje se inventaba a sí mismo antes del desayuno, vivía en permanente estado de exaltación, y parecía sentir una irresistible fascinación por el exceso. Me parece verlo subiendo por la cuesta hacia la plaza de armas con su obra completa bajo el brazo. Sin la menor consideración se ponía de pie y leía en voz muy alta, atrincherado en su resistente casaca verde, aquellos versos de animal eternamente  adolescente. Y su leal auditorio eran seguramente los mismos, gente que tenía la descarada ilusión de una vida llena de genuínos adjetivos calificativos.  ¿Pero cómo escribió estos poemas? Si se puede confiar en mis recuerdos, creo que los escribió mientras hacía otra cosa. Por ejemplo, Las palabras no pueden expresar lo que yo experimenté entonces, salió de un tirón, mientras hacía una larga cola en la compañía de teléfonos. El Homenaje a Guillermo Mercado fue una travesura mientras estudiaba inglés en una academia de la calle Ayacucho, aburrido ya de tanto I like tomato soup. Eran tiempos un poco locos -como todos los tiempos- en los que nuestro personaje tenía una novia que gastaba uniforme único y a la que visitaba cada tarde. Todos sus amigos eran unos ácratas que no sabían que serían ácratas solo por un día, un muy largo día. En aquellos tiempos el pisco era la bebida oficial y nacional y en consecuencia solía estar algo adulterada. Nuestro joven poeta surgía en noches de cuarto menguante con otro joven poeta y, con balde y brocha gorda, pintaban consignas divertidas en los hermosos muros de su ciudad natal. Y de esa manera gastaban las horas, como si la eternidad fuera parte de la rutina. Y por supuesto el tipo devoraba libros de todos los tamaños. Y tomaba notas en unas tarjetas de cartulina de alto gramaje. Y su rojo cuaderno espiralado exhibía signos evidentes del trato abusivo. Y en todos los rincones escuchaba una y otra vez a Bowie en un tocacaset del tamaño de un ladrillo. Y ahora, después de estos infinitos cuarenta años, tengo entendido que nuestro personaje deambula ya solo por los laberínticos pasadizos de su casa, buscando siempre nuevas formas de desentrañar lo insondable de todo lunes.

martes, noviembre 16, 2021

El mimeógrafo, el Far West y el Puente del Diablo





Por Charo Núñez Brito

Recuerdo que conocí a Oswaldo una buena noche del verano de 1976, en casa del poeta mayor José Ruiz Rosas. Estaba sentado Oswaldo, vestido de azul marino, con una copa y algo más (indescifrable) entre las manos. Era muy joven, parecía flotar, pero a todas luces ya se podía ver que contenía infinidad de preguntas (ecuaciones) de todos los colores, (entonces) a medio responder. Y tenía ya la misma media sonrisa conspiradora. En otras palabras (casi) igualito a hoy. 

Generoso como siempre, don Pepe había invitado esa noche, con motivo del cierre de un curso para profesores de Literatura que había concluido ese día. Tal curso fue dedicado a los locales profesores de literatura y fue dictado por importantes profesores de Literatura llegados todos desde afuera de la ciudad, entre ellos estaban Antonio Cornejo Polar, Washington Delgado y Antonio Cisneros. Yo no era profesora de literatura ni de nada, apenas había empezado a estudiar medicina en la Universidad San Agustín. Pero por cosas del destino y por razones de ociosidad, ya que mi universidad estaba una vez más de huelga general e indefinida, me anoté y atendí tal curso para profesores en calidad de falsa maestra o estudiante clandestina. El curso duró un par de brillantes semanas y como para coronar ese extraordinario tiempo, sin saber cómo ni por qué o por similares sinrazones, el día final, acepté jubilosa una muy elegante invitación del poeta Cisneros a almorzar.  Y almorzamos en la entonces novísima y muy cosmopolita Pizzería de la calle Mercaderes, pero en verdad más que almorzar hablamos sin cesar, de todo lo vivido y por vivir. Al almuerzo le siguieron una caminata y unos postres y unos tés en el café de la Suiza al cual Toño nombró el Far West y a los tés les siguieron unas guindas con pisco (primeros licores de mi parte) y después de las guindas la urgencia de Toño de asistir a la tertulia en casa del entrañable (y para mi desconocido) Pepe, ya mismo, esa noche. Entonces corrimos y llegamos a la bella casa de la calle Villalba 426. Yo en calidad de inocente paracaidista o reverenda intrusa caída del palto, pero eso sí traída de la mano del muy alto Toño, quien era el invitado de honor. Nunca en mi vida había estado yo en medio de tan peculiar y amable compañía, de tantos poetas juntos. Casi todos vestidos de colores oscuros, subrayó Toño. 

Felizmente no tuve que hablar, todos me acogieron como si fuera una más de la partida, nadie me preguntó nada y pude darme el gusto de permanecer muda. Hasta que, misma cenicienta, al notar el avance de la noche (oscura) pregunte ¿y ahora cómo vuelvo a casa? Algunos se miraron entre ellos. No respondieron.  Ninguno tenía apuro, ni se preocupaba en lo más mínimo por la transportación. Se hizo un pozo de silencio, penumbroso, en mi corazón. Pero no duró mucho, ya que, desde algún rincón inesperado, cuál ángel guardián (o exterminador) Oswaldo se levantó y dijo yo los llevo, ¡a donde quieran! Puedo ver todavía al joven artista muy avispado al volante de un automóvil sedán del cual no recuerdo la marca, a su lado iba de copiloto el codirector de la revista Roña, y estoy segura éramos varios más, pero fue él, Oswaldo, también llamado el mago de Oz, el que de entre todos los poetas me devolvió sana y salva, entre risas, despedidas y muy dichosa comarca, hasta la mismísima puerta de mi casa (donde mis padres me esperaban despiertos, aterrados). 

Alonso no estuvo presente esa noche. Poco tiempo después me enteré que Alonso existía y que se había perdido el evento por haber estado en Puno, en misión de carnaval y entrevistando a la Virgen de la Candelaria. Alonso apareció por primera vez en mi horizonte, una tarde tocando la puerta con muy particular ímpetu y trayéndome cuál embajador de los países fríos, un encargo, unas flores y unas disculpas en nombre del novelista Edmundo de los Ríos quien se había portado muy mal los días anteriores. Una vez medio aceptadas las disculpas procedimos, Alonso y yo, a caminar a pie charlando de todo lo humano y lo divino desde la casa de mis padres que quedaba al final de la avenida del ejército, pasando el puente del diablo, hasta la Plaza de Armas, y procedimos a tomar algo en el Far West. Alonso tenía los ojos enormes, el pelo largo, una irreverente y a la vez ceremonial actitud que encubría una inteligencia aguda, portentosa, resbaladiza, peligrosa, de niño bravo y al mismo tiempo de anciano socarrón, que a su escasa edad había vuelto ya de dar la vuelta al mundo y tenía miles de ideas, proyectos y más viajes por plasmar, además de unos cuantos nuevos poemas bajo el brazo siempre, reposando junto a sus muy queridas y bien despiertas musas. No solo todo eso tenía Alonso, sino además un vozarrón que llenaba las calles vacías de nuestra gran ciudad con las notas y las líricas de la Marcha de Moran o el himno de la Alegría en las noches de ronda. Era, para más datos, el mejor amigo de Oswaldo, y viceversa. Por donde andaba uno solía aparecer el otro.

A Misael Ramos lo conocí aparte. Al otro lado del espectro entre la ciencia y la metafísica. En plena facultad de medicina. Un día cualquiera de clases en el que cuál yo había tenido sumergida la nariz en Formol por largas horas buscando el nervio vago y el plexo solar (y el alma) en los fondos de mí designado cadáver. A la salida de tan encomiable como insulsa práctica, tras las puertas del anfiteatro de anatomía, me interceptó como un aparecido o un resucitado silente, pálido, muy delgado, aunque en comparación a mi experiencia anterior, lleno de vida, Misael Ramos. Se presentó y pasó de inmediato a informarme que habíamos ganado los juegos florales de poesía de la facultad. Los dos. Yo el primer puesto y él el segundo puesto. Y que como yo no había asistido a la ceremonia de entrega de los premios, él había tenido que recibir ambos premios y me traía el mío. Muy merecido me dijo. Y solemnemente me hizo entrega del primer premio, que era un libro: ‘Así se templó el acero’ de Nikolai Ostrovsky… Yo ya lo había leído, pero igual me alegré  y una vez cumplidos los agradecimientos procedimos los dos premiados a caminar a pie desde la Facultad de Medicina hasta el Far West. Hablando de todas las injusticias, de todas las intrigas del espacio y de la relatividad coyuntural del tiempo. 

Para entonces ya los dos, Oswaldo y Alonso, más el recién premiado Misael, poseían intenciones de fundar y publicar una revista de poesía propia. Una revista, que a diferencia de otras, no cargará manifiestos literarios, fuera libre de toda trampa, sin argucias, ni sesgos ni venias a movimientos ni escuelas ningunas, sin fundamentalismo de grupo, ni agenda ni presunciones ni nada más que la destilada verdad, la valentía, la belleza desnuda del lenguaje, una revista arco flecha dardo vehículo que lleve lejos no a los poetas si no a los poemas. Y tenían, Oswaldo, Alonso y Misael, todo lo necesario para hacerlo ya mismo: la ilusión, el mimeógrafo, el nombre, el formato, el día en que saldría a luz, todo listo, solo les faltaba dinero para el papel. Ahí es donde cuál cirujana intervine y con una filosa mentira, a mi padre le dije que necesitaba comprar urgente un libro más de medicina, otro, de texto, sin el cual sería imposible avanzar, mi padre cedió. Y así conseguí y traje el dinero en efectivo. No sé en qué exacto lugar fue que nos reunimos, pero sí que Misael se puso de pie, calló, me pagó con un muy leve asentimiento de cabeza y una mirada profunda, interminable. Alonso se echó a andar, a dar vueltas como un místico iluminado, se detuvo por un instante y proclamó que cada quién defendería a muerte sus propios textos para incluirlos en el escaso espacio del Ómnibus. Oswaldo registró cada detalle, respiro hondo, cuadro los anchos hombros, torció el cuello, extendió completa la sonrisa y sacudió un puño hacia el infinito.


jueves, septiembre 10, 2020

La piedra, el gorrión y el espejo

Conocí a Heiner Valdivia hace muchos años en la sala de audiovisuales de la UNSA. Me dijeron que era un caso grave de cinefilia, que era un tipo que bajaba compulsivamente películas de todos los géneros y culturas. Se hablaba de él como de un auténtico acumulador que tenía catalogada prácticamente toda la producción cinematográfica del hemisferio occidental y grandes porciones del resto del mundo. Era además, cosa rara, un tipo generoso, pues una amiga común contó a los envidiosos que le había grabado una columna con cien películas independientes, de esas solo aptas para gente con una provisión abundante de curiosidad e inteligencia. Años después alguien confidenció que en los ratos libres que le quedaban, entre película y película, Heiner Valdivia se había dedicado a las ciencias ocultas. Luego averigüé que en realidad no solía elevar salvajes ritos bajo la bendición de la malvada luna, sino que sus estudios se centraban en los enigmas de ese portentoso libro que es el I Ching, que encuentra una explicación al simple drama de la existencia humana en los ciclos del agua, del fuego, del relámpago. Fue entonces cuando un transeúnte dijo que Heiner Valdivia también escribía poesía. La verdad es que uno de los misterios de la especie humana es que casi todo el mundo, en algún momento, ha escrito poesía. La gente no está contenta con el abecedario y quieren inventar su propio idioma. Porque eso es la poesía, un idioma particular, íntimo. Todo el mundo escribe en su cuaderno secreto su primer poema y algunos escriben hasta el segundo. La poesía es además una manera hermosa de vivir la juventud, recorriendo los laberintos de la noche, susurrando poemas en la oreja de las chicas. Pero luego, por alguna razón, la gente se desanima y abandona. Hay millones de poetas desertores en los campos de batalla de la poesía.
Siguieron corriendo los años y de pronto alguien volvió a tocar el asunto, pero ya no dijo que Heiner Valdivia escribía poesía, sino que era un poeta y que había escrito libros muy buenos para probarlo. Elegir la poesía como tu prioridad número uno es algo serio. Incluso grave. Es algo que te transforma. Que te convierte en un ser imaginario. Y hace unos días Heiner Valdivia dejó caer en mi buzón unas pocas líneas donde me contaba que iba a presentar un libro que reunía un manojo de haikus. No niego que me sorprendí un poco. El haiku es una de las técnicas más difíciles de la poesía. El haiku exige pocos ingredientes. El principal es una extrema sensibilidad para percibir la belleza en lo más simple. El otro es la habilidad para decir mucho con un mínimo de palabras. En el libro de Heiner Valdivia hay un haiku titulado Piedra en el que cuenta que ha lanzado muy lejos una piedra pero que una parte del espíritu de ésta se ha quedado entre sus dedos. Me parece que esto es una perfecta arte poética. Cuando el poeta emite un poema lo hace por la urgencia de expresarse, pero también porque al escribirlo se realiza una función necesaria para su sistema vital. En esa medida cuando se dice que el poeta escribe para vivir, se está hablando de este fenómeno, de este ejercicio de lanzar piedras mojadas en una poción secreta. Los Haikus tradicionales solían expresar el sereno amor que los japoneses sienten por la naturaleza, esa comunión con su entorno natural que les permite hacer conexiones con otras capas del drama del universo. En Gorrión Heiner Valdivia ha compuesto un haiku de trágica belleza. Gotas caen del cielo, dice, y eso inmediatamente nos remite al ciclo de la esperanza y de la vida, pero con un simple y admirable trazo nos remonta a una imagen de dolor y de muerte. Espejo, en cambio, es un haiku que es producto de las miles de horas viendo películas. Es una escena que empieza con una habitación oscura y de pronto el rayo de luz del amanecer alumbra únicamente la esquina rota de un espejo. Una auténtica historia de suspenso. Después de leer su libro pienso que hace décadas, cuando por primera vez me hablaron de Heiner Valdivia, debieron decirme que era un poeta. Un poeta a secas. El resto es película.

lunes, agosto 24, 2020

La piedra la rosa y el zapato de Martín Adán

 


Nada inquieta más a la gente que la gente rara. Nada incomoda más que una piedra desigual entre las iguales. De los grandes poetas peruanos sin duda Martín Adán fue el más radical en su apuesta de vida. Su desmesurado interés por el pisco con vermut, su traje de casimir inglés perfectamente mugriento y su 40 años voluntariamente domiciliado en un manicomio se sumaron al cultísimo delirio sagrado de su poesía. Su leyenda prendió temprano porque su obra más exitosa la escribió a los 16 años, cuando aún gozaba de los privilegios de su extracción social. Pocas cosas resultan más irresistibles para cierto público que un príncipe que opta por el destino de un desastrado vagabundo. 

Si bien Martín Adán se mantiene firme en la primera fila de la poesía peruana, su obra no es particularmente popular. Los lectores adoran los versos citables y, hay que decirlo, este poeta se dejó tentar muy pocas veces por el verso de confortable belleza. José Luis Bustamante y Rivero, expresidente y viejo amigo, explicaba a los aturdidos: La poesía de Martín Adán no es para leerla sino para rezarla.

Con frecuencia se menciona a Martín Adán como un ejemplo de entrega absoluta. Se admira que a pesar de su inteligencia y sus títulos universitarios se haya negado a ubicarse en una posición solvente. Esta perspectiva es reveladoramente insustancial. El mérito por el que se mide a un poeta son sus logros, la calidad de sus obras, no el empeño o el colorido anecdotario. Leyendo la obra de Martín Adán es fácil advertir que fue un poeta dotado de un talento arrollador que hubiese sobrevivido incluso a la rutina del Banco Agrario. 

Cuando un gran autor se convierte en personaje se produce una distorsión en la lectura de la obra. A los poetas malditos, engendros del romanticismo, se le exige ser personajes trágicos, se les reclama que diariamente ofrezcan el holocausto de su propia vida, que escandalicen con sus ocurrencias y que, en calidad de interpósita persona,  desafíen a todo lo doméstico. Se supone que esta inmolación es necesaria para que el genio haga acto de presencia. Pero esa es solo una comprensible equivocación sobre algo levemente más complicado.

De las cosas que definen la poesía hay dos situaciones bastante elementales pero terriblemente poderosas. En primer lugar está el interlocutor válido. Cuando Martín Adán se expresa no se dirige a una persona común y corriente, no a un crítico o intelectual calificado, ni siquiera a alguien tan especial como él.  El auditorio de este poeta puede perfectamente calzar en cualquier cosa: digamos una rosa o una piedra, o tal vez mejor, una emblemática ruina arqueológica. Incluso cuando la agraciada argentina Cecilia Paschero lo obliga a responder a una pregunta él se dirige a ella como a un ente genérico: “literata”, le dice. Todo escritor hace un ejercicio de abstracción al componer a su interlocutor válido, pero pocos han llegado tan lejos como Martín Adán. Ese método, impersonal, atmosférico, metafísico, esa manera de hablar con los ojos cerrados crea un efecto sobrecogedor. Hace que el sentido de su obra no sea lo que dice sino lo que resuena. Como todo gran poeta Martín Adán dice sin decir, llena de sentido la frontera exterior de cada verso. Martín Adán formula una gran pregunta que, en su núcleo, activa una contradicción: ¿Qué sabes tú de lo que no sabes? La segunda cosa que suele definir el tipo de material que se llama poesía es el lugar donde se ubica el emisor, la plataforma que se usa, la coordenada exacta del escenario. Lo que se dice lanzando frases con los brazos abiertos frente a un amplio auditorio es muy diferente a  lo que se murmura con la boca torcida sobre una mesa mojada, o a lo que se grita en una habitación completamente oscura. Si atendemos a su biografía, Martín Adán tomó una decisión interesante (o no pudo evitar lanzarse hacia esa dirección): abandonó el perfecto casillero de la gran promesa de la literatura peruana para desplazarse hacia un rincón donde la respetabilidad podría ser torturada por un juego de luces y de sombras. ¿Qué buscaba? El situarse en la posición de un marginal para desarrollar una obra altamente sofisticada implicaba tácitamente otra contradicción. Tal vez para trascender las limitaciones de lo específico tenía que proyectar su vida, lo único que tenía, hacia una zona de bordes borroneados. Solo así su mensaje se aproximaría a la tonalidad que estaba buscando. Proyectada de esta manera y desde ese lugar sus palabras perfectamente buriladas se astillarían contra los muros de algún templo profano. Y entonces el lector -ese ser que a veces existe- podría de pronto vislumbrar con embriagante intensidad el perfil estremecedor de Algo,  y experimentaría así, ese extraño sentimiento que surge cuando uno contempla asombrado lo que yace detrás de eso que creemos saber una y otra vez.



lunes, agosto 17, 2020

Monumento al poeta desconocido



 
En miles de años la especie humana ha consagrado de manera indeleble a 10 vates 

Tal vez 12 

Para producir esos bardos la máquina de la poesía ha tragado toneladas y toneladas de poetas de bardos de puntillosos contadores de sílabas  

Las trincheras de la poesía están repletas de huesos descoloridos 

Los proclamados por sus parroquias los aclamados por sus ciudades los coronados por sus países  

Los pocos miles que recibieron diplomas han desaparecido inexplicablemente 

Solo tuvieron unas pocas décadas para disfrutar de la euforia  

Y solo se necesitaron unas pocas décadas para que el poeta laureado se desplace hacia el fondo hacia la zona de sombra

Y ahora todos casi todos son alimento para extraños académicos para bruscos eruditos para nadie para los ratones para el pescadito de plata para el polvo 

¿Pero por qué hay tanto poeta? 

Tal vez son imprescindibles un millón de versos malogrados para que germine una simple rosa ecuménica de poesía 

Tal vez la representación de un destino fallido la angustia de ser uno de los condenados es la más alta expresión poética de lo humano 

Tal vez lo que importa no son esos 10 o 12 poetas sino el momento en que un perfecto desconocido termina un verso y por un efímero instante sospecha que tal vez él ha llegado que tal vez él ha alcanzado que tal vez él se ha convertido  

Tal vez el misterio de la poesía está simplemente en la caligrafía en las emociones fuertes en la peculiar postura a la hora de escribir y esos 10 o 12 poetas son sólo un extraño accidente uno de esos inverosímiles eventos una de esas historias que todos estamos obligados a creer 

  Ilustración: Alexandra Fuchs.

miércoles, junio 17, 2020

Exposición de arte




1

Los muros están atestados de palabras 

De curadores de críticos de culturosos de líderes de opinión 

De bastidores de caballetes de textos grabados sobre lienzo extendido 

De luminarias con ópticas asimétricas 

Del soporte que da estructura 

Los textos enmarcados aseguran que toda mutación perturbadora obliga a cambiar de terreno brutalmente

Socialmente psíquicamente poéticamente geopolíticamente 

Que detrás de cada obra hay un recorrido de referencias y memoria

Que el trabajo gira en torno a las interrogantes y las contradicciones que surgen al habitar la utopía del arte moderno

Que cada pincelada detona una potente resonancia para convocar perplejidad

La turbación el aturdimiento la desorientación el discernimiento el entendimiento la revelación

Que la lectura de cada pieza resulta fascinante por las reflexiones coincidencias secretos relaciones 

Que la secuencia de imágenes adquiere cualidades plásticas y rítmicas acordes con una melodía

Que la obra tiene suficiente disonancia demasiada sincronía alguna concordancia

Que el detalle es complejo que el detalle está cargado de un sinnúmero de relaciones visibles que el detalle está cargado de una multitud de asociaciones invisibles 


2

Los textos enmarcados aseguran 

Que el artista nació muerto 

Que abrió los ojos cuando alguien sopló contra su nariz 

Que la amarga ironía marcaba ese rostro 

Que su vida fue  complicada como la de cualquiera agobiado por las drogas el alcohol las mujeres desquiciadas

Los textos enmarcados aseguran que sus obras habrían provocado trascendentales experiencias 

Que seres extraviados habrían estructurado una sonrisa 

Que villanos de corazón de oro habrían enrojecido con una copa entre los dedos

Los textos enmarcados aseguran que el artista estaría inmerso en la zona o en la zona y en la zona

Que al entrar a una habitación estaría insoportablemente visible siempre visible

Que en su espíritu habría un filo despiadado 

Que la espuma que el ruido que la luz que el vértigo

Los textos enmarcados aseguran que en alguna parte del local de la calle de la ciudad del país del planeta colgaría un lienzo yacería un gran trozo escultórico quizá un espacio intervenido o un happening capital y desquiciante

Toda una gran obra protegida por guardias bien armados

Toda una gran obra más hermosa que el ya obsoleto patrón oro

Toda una gran obra quizá hasta envuelta en papel Kraft de grueso calibre 

Toda una gran obra perfectamente atada con cuerda de fibra natural de alta calidad


Ilustración: Jeff Koons

miércoles, febrero 05, 2020

Porqué serás tan así


¡No me arrepiento de nada!
Seguramente quiero decir que amo la vida
Pretendo anunciar que el fracaso es un asunto ajeno
Porque no hay nada más asqueroso que estar sin ilusión
Frustrado 
Deambulando sin rumbo
Con frívola arrogancia soy capaz de consagrar cada acto de esta maravillosa vida 
Puedo atravesar la calle y sonreír
Pero el coro de aguafiestas recita que el fracaso es inevitable
El fracaso es imprescindible
La técnica de la vida es la dinámica de ensayo y error
Y cuando dejo de ser arrogante fanfarrón impertinente
Surge de pronto la posibilidad
Cuando en mitad de la siesta abro los ojos
Entonces soy capaz de hacer reparaciones enmiendas modificaciones
En el misterioso manuscrito de mi vida
En esa sucesión de acontecimientos incidentes anécdotas
Y entonces hoy aquí puedo asegurar que si volviese a vivir lo revisaría todo
Una coma aquí un punto allá
Todo un párrafo tachado
Toda una página arrancada con los dientes
Todo un capítulo
Y al final pondría una de esas frases para enmarcar:

"El manejo eficaz de la insatisfacción es un instrumento imprescindible
en nuestra caja de herramientas"

Ilustración: Murilo Melo

La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas ¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la i...