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miércoles, abril 27, 2022

El Perú a veces funciona como un reloj


En medio de un pánico apocalíptico los mensajes empezaron a circular. El poeta español Francisco José Cruz arrancó contando que en nuestra lengua nadie escribe como Carlos Germán Belli. Carmen McEvoy nos recordó que la prodigiosa cajamarquina Ima Sumac alardeaba de haber tenido a aves exóticas como maestras de canto. Janusz Z. Wołoszyn escribió que uno de los capítulos deslumbrantes del arte americano lo ofrecen los huaco retrato de la cultura moche. Mientras todos estábamos encerrados, la revista Quipu, del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha estado llevando a todo el mundo los temas de la República del Perú, ese país incansablemente legendario, incluso para los peruanos. Es especialmente valioso este proyecto, con tanto énfasis en lo histórico, en una época en la que los medios de comunicación han adelgazado en extensión y calidad sus secciones culturales, enfocándose incesantemente en la ruidosa actualidad. 

Buscar, seleccionar y decidir es lo que hace un editor, pero lo que determina a un buen editor es su capacidad de decisión. Señalar, marcar y lanzar. Y en esta revista digital es visible el certero trabajo de extraer, de entre miles de opciones escondidas en la marea de las publicaciones, el texto exacto. Vale la pena mencionar también que los muchos autores que escribieron textos originales para el Quipu son especialistas y académicos de varios continentes. Una auténtica impugnación del caos por parte de Alonso Ruiz Rosas. 

martes, mayo 05, 2020

¿Y qué novedades?



Por aquí yo igual en cuarentena como hace años solo que ya no puedo ir por el pato para el arroz con pato y cada dos o tres minutos pasa alguna carcancha y alguien con su megáfono grita papa canchan papa huayro y naranjas y papayas

Estoy revisitando los 92 episodios de Mad Men en Netflix la vi en Texas en un canal de baja definición y yo usaba el cc pero quedé altamente impresionado y ahora que repaso sus capítulos admiro la sutileza pocas veces las convenciones la charla rutinaria y el lenguaje corporal se han utilizado tan efectivamente para mostrar los caudalosos ríos subterráneos

Lo extraordinario de pronto estalla en el melodioso pentagrama de lo ordinario

Ayer pasé la escoba sobre una gruesa capa de polvo y encontré mucha lana gris algo parecido a lana gris

Que extrañas que son las ovejas que pueblan la oscuridad

Antes una joven mujer solía venir cada 15 días a luchar contra la barbarie pero ella ahora debe estar en su casa siendo uno de los millones de millones

Aferrada a la ventana

Hoy me toca almorzar atún mi refrigerador ya no atesora nada un limón sin brillo y con manchas un bocado de queso un pote de lentejas una tajada de queque de naranja y agua dos botellas de agua previamente hervida pienso que mañana deberé meterme en el traje de expedicionario hay una carnicería a kilómetro y medio y nada me gustaría más que colocar un baby beef sobre la sartén de hierro forjado

Dicen que viviremos en peligro todo este año siempre he sido algo maniático y seguro que con lo del distanciamiento me volveré un caso clínico

Ahora es parte de la normalidad transformarse en un anormal eso me tranquiliza

He notado cierta violencia en mi jardín los que aseguran que el reino vegetal tiene lecciones para nosotros los malditos animales están muy equivocados el pasto ha mostrado ferocidad y ha desarrollado largas extremidades para estrangular a un jóven naranjo en general el pasto trata de apoderarse de todo de todo de todo los viejos rosales de mi madre parecen algo inquietos pero quizá yo deba declararme cómplice quizá yo prefiera un jardín solo de pasto lo que pasa es que no hace mucho compré a muy buen precio una cortadora eléctrica de césped

Por la noche mido la presión arterial y trago un manojo de pastillas

Me ducho me cepillo los dientes y pienso que tal vez he olvidado apagar una luz en alguna parte
¿Dónde será?

Un abrazo fuerte

miércoles, agosto 29, 2018

José Ruiz Rosas (1928- 2018)



COMO casa póstera quiero
un sitio pequeño en que exista
—solaz del espacio y la vista—
retama, jazmín, limonero.
Dijeran jardín extranjero
mas no importará: se conquista
la tierra total, no la pista
donde se extravía el sendero.
Y desde allí, ya sepulto,
se distribuirán mis tejidos
hacia lo total de este bulto.
Se dilatarán mis quejidos,
quedo resplandor del indulto,
entre los demás seres idos.
Nota: este poema escrito en Arequipa por José Ruiz Rosas fue incluído en el libro Dobles, de 1971.
Nota 2: Puede consultarse un par de textos sobre mi entrañable amigo haciendo click aquí y aquí.

lunes, septiembre 23, 2013



El motor de combustión interna


¿Cuánta presión ejerce lo potencial sobre lo fáctico?
¿Qué impacto engendra lo imposible en la conciencia humana?
¿El uso de la primera persona del singular afecta la intensidad de la afirmación?
¿La filosofía moral, la ideología y la fe religiosa tienen su origen en el mismo virus?
¿Hay siempre un oculto condicionamiento detrás de todo albedrío?
¿Qué pasaría si no hay nadie más entre las estrellas?
¿Se puede deducir una sola pregunta de una precisa respuesta?
¿Por qué estoy seguro que soy ese que era?
¿Qué es lo que hace que yo no sea el que está mil metros más allá?
¿Qué significan tantas formas de estar vivo?
¿Qué impide que esté todo permitido?
¿Lo único inesperado es lo único temible?
¿Lo único inesperado es la única esperanza?
¿Lo único sorprendente es este instante tan estricto?
¿Quién era ese que fui el 7 de julio de 1977?
¿La búsqueda es una incógnita terriblemente activa?
¿Soy un monstruo o esto es ser una persona?
¿Qué significado tiene que sean exactamente las 12:06?
¿Cuándo me ves qué ves?
¿Soy solo el producto de millones de variables vibrando desesperadamente?
¿Estoy atrapado justo en esta coordenada?
¿Qué será del mundo cuando yo no sea yo?
¿Soy solo yo en este preciso instante?
¿Si suena este teléfono quién me dirá aló?
¿Escucha alguien todo lo que yo estoy pensando?
¿Existe el silencio?
¿Existe?

(O. Ch.) Publicado en Hueso Húmero 61.  Lima, 2013

viernes, julio 06, 2007

Surfeando en Tingo


A la hora de la introspección uno suele toparse con una discordancia del yo francamente traumática. Y es que nuestro yo global -ese que se nutre de imágenes de los medios, de la industria del entretenimiento, de la creación artística-, suele apabullar a nuestro yo doméstico, a nuestro yo de simples hombres viviendo pequeñas circunstancias. Porque ahora todas nuestras fantasías parecieran estar configuradas de una manera que ignora las particularidades de nuestra remota provincia. Y ocurre que a estas alturas uno podría llegar a la convicción que en un nivel escalofriantemente trascendente no somos lo que concretamente somos sino lo que imaginamos que somos. Por eso en los tiempos que corren es de vital importancia mirarse a sí mismos y recrearse constantemente, pero tratando de hacer una plausible conexión entre los dos niveles de nuestro imaginario. Un pueblo que se novelisa, que se poetisa, que se pinta, que se musicaliza es un pueblo en un saludable proceso de conciencia de sí mismo. Vivimos en una cultura con una creciente y regocijada dosis de mitomanía. Y este virtual estado de enajenación es tan ecuménico que en cierto modo se ha convertido ya en la “verdadera realidad” para la especie humana. No estoy tan seguro (como los ideólogos ruidosamente clamaban en los setenta) que esta locura sea la causa de nuestra ruina final. Tal vez no sea otra cosa que la insólita ruta que le toca a la especie humana. Tal vez no estamos signados por nuestra racionalidad sino por nuestra demencia.
Hace poco llegó inesperadamente a mis manos el excelente CD de Comfuzztible. Una de las cosas más curiosas de este grupo de rock es que sus letras no sólo tocan temas y sitios arequipeños (el smog del centro histórico, la laguna de Tingo), sino que se remiten a la “herencia rockera mistiana”, con el sugestivo reciclaje de los Texao, ese grupo que fue un hito regional a fines de los sesenta. Este enfoque localista, que puede parecer anecdótico, es en realidad significativo. Una de las características de los sucesos artísticos intrascendentes es su frívolo desarraigo. Con demasiada frecuencia vemos músicos (y poetas y pintores) que únicamente son leales a una fórmula enlatada del éxito. Son los noveleros, los que están obsesivamente al tanto de las últimas tendencias en las grandes capitales (por medios ahora tan accesibles), y que tratan patéticamente de calcar, de usar el lenguaje “de esos”, de moverse a la manera “de esos”, de ser “uno de esos”. Por eso resulta inteligente y genuinamente audaz la postura de Comfuzztible, que se proyecta hacia adelante con los pies bien puestos en la tierra (en su tierra). En estos tiempos en que la era digital hace girar cada segundo la rueda de lo aleatorio generando nuevas variaciones sobre los temas de siempre uno se pregunta cómo es que justamente aquí en la telúrica Arequipa, cuna de tantos pésimos bailarines, nació este grupo con un sonido tan ágil, tan poco serrano. Uno puede hasta imaginarlos rodeados de chicas que mueven largas piernas desnudas sobre las arenas de la dimensión desconocida. Y es que lo arequipeño no es necesariamente lo que tendría que ser (de acuerdo a algún viejo teorema) lo arequipeño. Porque a la hora de interpretar códigos culturales lo más evidente suele ser el camino a huecos estereotipos. Lo que somos es algo que siempre se presenta con una estimulante dosis de sorpresa, casi de revelación. Y si prestamos atención a esta alentadora propuesta de los de Comfuzztible nos damos cuenta que el rock de los sesenta y setenta, con su derroche de energía eléctrica, con sus alegres imprecisiones, con su excitación quintaesencialmente adolescente no fue sólo una etapa, sino que fue el indiscutible umbral de este nuevo mundo. Por eso esta revisión de aquel viejo sonido, con sus ya arcaicos instrumentos de grueso trazo, no nos parece un simple acto de nostalgia, ni siquiera un arrebato posmoderno de encubierta ironía, sino más bien un revitalizador uso de la máquina del tiempo para recalar en una etapa, para reencontrar un tipo de música históricamente decisiva.

La herida más hermosa del mundo

El gesto de sorpresa ante el fenómeno de la existencia tiene muchas formas ¿Entre tantas opciones por qué un genio de provincias eligió la i...