miércoles, septiembre 02, 2009

Serendipity


Raymond Carver se caracterizaba por sus frases cortas, por un vocabulario sin complicaciones, pero especialmente por el ocultamiento del dato central, sin duda con la intención de implantar un tic tac explosivo en la imaginación del lector. Su tono abrupto y elíptico intoxicó a la literatura durante por lo menos un par de décadas hasta un punto en que sólo los despistados no lo incluían en su lista de favoritos. La gran sorpresa surgió cuando el editor Gordon Lish reclamó gran parte del crédito. Con papeles en mano se demostró que antes de llegar a la imprenta las páginas de Carver fueron recortadas hasta en un setenta por ciento. Muchos fanáticos se negaron a creerlo, pero otros, escritores geniales sin éxito, más pragmáticos, lamentaron no tener a un Gordon Lish a la mano. Pero Tess Gallagher, la leal esposa, no se traga esos asuntos. Y si bien reconoce los hechos, sostiene que la versión original, menos castigada, es la verdadera. La mucho más verdadera. Y para demostrarlo, en octubre, la Library of America publicará Beginners, más de mil páginas que intentan ser definitivas. Pero puede que estas buenas intenciones solo dejen en claro que si antes el peor enemigo de Carver era él mismo, tal vez ahora lo sea su viuda. Porque muchas veces las grandes obras maestras son producto de algo más que el talento de un solo individuo.

¿Dónde están los buenos?

  Durante décadas se fue constituyendo la idea de que la víctima emblemática y mediática universal eran los judíos. Miles de libros y pelícu...